por Roberto Morejón

Sorpresa, el modesto repunte del precio y dudas sobre la efectividad del acuerdo siguieron al anuncio de la OPEP, Organización de Países Exportadores de Petróleo, de reducir su producción en busca del alza de la debilitada cotización del barril.

La inicial incredulidad era comprensible ante un acuerdo histórico e imprevisto, dada la intransigencia de algunos de los principales productores, como Arabia Saudita, a rebajar sus aportes, a pesar de la pérdida de ingresos por los bajos precios.

Lo cierto es que por primera vez en los últimos ocho años los 14 influyentes miembros del cartel petrolero recortaron sus entregas, aunque de forma modesta.

Para mayor asombro, el acuerdo alcanzado en la conferencia informal de la OPEP en Argelia tuvo como uno de sus ejes la aceptación de Arabia Saudita de que Irán, considerado su rival en el Medio Oriente, quedara excluido de la concertación.

Teherán se negó a congelar la extracción del llamado oro negro porque quiere recuperar sus niveles anteriores a las sanciones internacionales de Occidente.

A pesar de aproximaciones como ésta, todavía se acumulan dudas sobre los entretelones de lo suscrito, pendiente de validación en un encuentro en Austria en noviembre.

Aún se desconocen la fecha de entrada en vigor del acuerdo, las nuevas cuotas establecidas para los países miembros y las modalidades de verificación del pacto.

O sea, son demasiadas interrogantes como para que los expertos confiaran ciegamente en lo manifestado en la conferencia de Argel, pues, además, después de compromisos precedentes, algunos productores infringieron lo pactado.

Ahora bien, no hay dudas de que en pleno 2016 los efectos de los bajos precios del crudo son demasiado evidentes como para seguir apostando por la saturación del mercado.

Ese es el resorte fundamental de la caída de los precios junto a la renovada producción de esquisto de Estados Unidos, obtenido a costos más bajos.

También está por ver la reacción de los países al margen de la OPEP, como Rusia, cuyas autoridades saludaron el acuerdo, pero reafirmaron que mantendrán su producción a niveles récords.

Sin embargo, no pocos creen ver una luz al final del largo túnel hacia la pendiente en el que metafóricamente se sumieron los precios de esta materia prima vital.

Funcionarios venezolanos manifestaron que la decisión de la OPEP de recortar producción contribuirá a drenar el exceso de los inventarios.

A pesar del optimismo, los venezolanos y otros productores saben que un hipotético ascenso de las cotizaciones entre 7 y 10 dólares si bien será positivo para ellos, No estará asociado a una drástica disminución del exceso de oferta en el mercado.

Y ese será un peligro latente que presione los precios a la baja.