por Roberto Morejón

Con su tradicional vocación pacifista, la UNESCO destina entre sus múltiples funciones un espacio importante para alertar sobre el drama de los niños y adolescentes sin escuelas en Siria e Irak, víctimas de la guerra, en un mundo donde, precisamente, persiste la crisis educacional.

Se trata de uno de los focos de atención de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, entidad especializada de la ONU que arriba a su aniversario 70.

La UNESCO tiene sus albores en la frustración dejada en el planeta por la Segunda Guerra Mundial, de ahí que delegados de varias naciones recomendaran crear una organización destinada a instaurar una verdadera cultura de paz.

Finalmente el proyecto se fundó el 16 de noviembre de 1945 con el objetivo de contribuir a la paz y la seguridad mediante la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones, pero el nacimiento oficial fue el 4 de noviembre de 1946.

Con 195 miembros, la sede oficial se encuentra en París, la capital de Francia, y su actual directora general es Irina Bokova, quien en las últimas semanas dirigió mensajes e hizo pronunciamientos sobre asuntos neurálgicos.

Bokova se refirió a la necesidad de la tolerancia, la ciencia para la paz y el desarrollo, reprobó los asesinatos de periodistas y alentó la erradicación de la pobreza, la protección de las niñas y el trabajo para la reducción de los desastres.

Un tema felizmente recurrente en la agenda de la UNESCO es el de la educación, y en tal sentido exhorta a los gobiernos a aumentar la inversión en la enseñanza y la cultura a fin de acelerar el desarrollo social y económico sostenible.

La UNESCO alertó recientemente sobre la necesidad de conseguir 60 millones de nuevos maestros para concretar los objetivos de educación de 2030, entre ellos la instrucción universal primaria y secundaria de calidad, tal y como recomendara la Asamblea General de la ONU el año pasado.

En un mundo donde el déficit de docentes es acentuado está por ver si se alcanza el Objetivo de Desarrollo Sostenible que pide una educación inclusiva y equitativa de calidad para todos de aquí a 2030.

263 millones de niños y jóvenes sin escolarizar en la enseñanza básica en todas las latitudes y los sirios e iraquíes atrapados en el fragor de las balas, claman porque los gobiernos y las organizaciones internacionales prioricen los fondos para la educación y cese la violencia.

Al llamado se unen países vecinos que tratan de hacer frente a las oleadas de infantes y adolescentes refugiados, necesitados de oportunidades de aprendizaje y pedagogos.

La UNESCO es abanderada en ese empeño.