Por: Guillermo Alvarado
La organización rebelde Ejército de Liberación Nacional, ELN, de Colombia, confirmó que está lista para iniciar en enero las conversaciones de paz con el gobierno encabezado por el presidente Juan Manuel Santos, lo que representa una buena noticia para ese país que aspira a alcanzar la concordia definitiva y comenzar a reparar las fracturas que una prolongada guerra dejó en la sociedad.
Recordemos que está en una fase muy avanzada el proceso pacificador con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, FARC-EP, que fue reforzado luego de imponerse la opción del NO en un plebiscito organizado por el ejecutivo para que el pueblo decidiera su aprobación a los acuerdos negociados en La Habana durante varios años.
Este escollo obligó a reformular varios aspectos del pacto, que ya fue firmado nuevamente y se consolidó recientemente con la aprobación de una Ley de Amnistía por el organismo legislativo de la nación austral.
Toca ahora iniciar las tratativas con el ELN, que tendrán lugar en Ecuador y contarán con los buenos oficios de un grupo de naciones garantes, Venezuela, Cuba, Chile, Brasil, Noruega y el propio país sede.
El grupo insurgente afirmó en un comunicado por el fin de año que acudirá puntualmente a la cita el 10 de enero, a la vez que rechazó la imposición de medidas unilaterales durante las conversaciones porque, afirmó, se trata de dos interlocutores que deben ponerse de acuerdo.
Ambas delegaciones debían encontrarse para instalar una mesa pública de negociaciones el 27 de octubre, pero el gobierno de Santos suspendió el acto y lo condicionó a la liberación del exdiputado Odín Sánchez, retenido por la guerrilla desde abril.
El jefe de Estado recibió en 2016 el Premio Nobel de la Paz otorgado por la Academia Noruega por los acuerdos logrados con las FARC-EP, un galardón que fue criticado por numerosos analistas que consideraron que en realidad debieron recibirlo las dos partes que negociaron el fin del enfrentamiento armado.
Además, aun falta mucho para alcanzar la paz definitiva en Colombia pues además de las conversaciones con el ELN es necesario combatir a las bandas del crimen organizado, de manera particular el narcotráfico, disolver los grupos paramilitares y otras fuerzas irregulares y cerrar las bases que el ejército de Estados Unidos tiene asentadas en ese territorio.
En esta dirección son contradictorios los contactos que Juan Manuel Santos ha tenido con la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, con la cual pretende iniciar un acuerdo de cooperación con el pretexto de modernizar sus fuerzas armadas y combatir el crimen organizado.
Santos debiera comprender que tanto las bases militares estadounidenses, como una eventual presencia de la OTAN en Colombia son contrarias a la declaración de América Latina como una zona de paz hecha en La Habana en enero de 2014, en ocasión de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.