por Guillermo Alvarado

Las estadísticas más recientes indican que por fin las cifras del desempleo tienden a bajar en la Unión Europea, sin embargo la situación es dispar y los países del sur, y sobre todo el sector de los jóvenes, se mantienen como los más afectados por este fenómeno que recrudeció después de la crisis financiera iniciada en 2008.

En el conjunto del bloque continental hay unos 20,4 millones de personas sin trabajo, de los cuales más de 15 millones habitan en la llamada zona euro, conformada por los países acogidos a la moneda común.

Estos son los datos más bajos desde 2009, pero esta reducción enmascara una situación crítica para los jóvenes, un mercado laboral que no conoce tregua todavía, sobre todo en los más golpeados por la crisis, como Grecia, España e Italia.

De acuerdo con los datos más conservadores, España tiene una tasa de desempleo entre los menores de 25 años del 39,6%, casi la misma que se registra en Italia, pero la situación es compleja incluso para aquellos que al momento de elaborar las estadísticas contaban con un puesto de trabajo.

Como consecuencia de la misma crisis muchos países emitieron regulaciones para flexibilizar el mercado laboral, a favor de los empresarios por supuesto y no en el de los trabajadores.

Una de las primeras consecuencias de estos ajustes fue la proliferación de los contratos temporales, con una drástica reducción de las horas por las cuales se ofrecen los empleos.

El fenómeno no abarca sólo a quienes carecen de una preparación profesional, pues muchos egresados de las universidades en ocasiones tienen que esperar dos o tres años antes de obtener su primer trabajo formal.

Algunos países, como Francia, aplicaron programas destinados a remediar esta situación, como los denominados “Mi primer empleo” y “Contrato de Generación”, pero su impacto fue relativamente bajo.

En busca de una solución a este azote, desde 2012 la Comisión Europea propuso la iniciativa “Oportunidad para los jóvenes”.

Sin embargo hasta el momento las cifras de contratación de jóvenes siguen en retroceso, con excepción de los países más desarrollados, como Alemania y Holanda.

Falta por ver, además, cuál será el impacto de la salida del Reino Unido de este bloque, pues una vez consumada la separación se aplicarán medidas drásticas hacia la mano de obra foránea y se estima que muchos que trabajan actualmente allí tendrán que volver a su país.

Otorgar empleo justo, bien retribuido y estable, a los más jóvenes se mantiene como un reto para la Unión Europea, sobre todo por tratarse de un sector donde crece cada vez más el escepticismo hacia este mecanismo.