por María Josefina Arce

Una de las consecuencias del cambio climático es la sequía, un fenómeno que desde hace varios años afecta con persistencia al territorio cubano, con negativa incidencia en la economía y en la vida de la mayor parte de la población.

De acuerdo con las autoridades actualmente de los 168 municipios del archipiélago, 141 sufren escasez de agua, de ellos 61 con sequía extrema y 50 con severa. Esta situación afecta a unos 58.700 cubanos de manera total y parcialmente a 94.000.

De las 242 presas del país, que hace unas semanas estaban al 43 % de su capacidad total, 20 se encuentran totalmente secas, 74 registran menos del 25% y 130 se encuentran a la mitad.

Esta situación se ha agudizado en los últimos tiempos y tiene un carácter cíclico, pues nos golpea aproximadamente cada tres años. Primero fue del 2003 al 2005, con mayor incidencia en las provincias orientales, luego en el 2010 se afectaron muchos los niveles de agua en La Habana y el actual proceso desde el 2014 tiene especial consecuencias para el centro y oriente de la Mayor de las Antillas,

Las autoridades han explicado que este fenómeno se torna más complejo por la llamada intrusión salina que poco a poco se va adentrando en el territorio nacional por la propia configuración del país.

De ahí que desde 2012 se implementó la Política Nacional del Agua, referida al uso racional de ese recurso en la industria, la agricultura, hospitales, hoteles, instituciones y viviendas.

También incluye la supresión de salideros y el mantenimiento a la infraestructura hidráulica, la cual incluye presas, conductoras, redes de abasto y de acueducto y alcantarillado.

Además para garantizar un elemental derecho, como el acceso de toda la población al agua potable, se buscan soluciones a corto y mediano plazo, que comprenden la puesta en marcha de una planta desalinizadora en la oriental Santiago de Cuba, el montaje de potabilizadoras y el tratamiento de aguas residuales.

Igualmente se realizan perforaciones de pozos en busca de nuevas fuentes del líquido, un proyecto que para este año tiene previsto la excavación de más de 700 en las distintas áreas geográficas del país.

A esa actividad se dedican unas 50 máquinas perforadoras de percusión por cables y más de 300 trabajadores especializados en esa labor, que realizan incluso en zonas muy intrincadas y de difícil acceso.

Este programa busca mitigar en el menor tiempo posible los efectos de la sequía, que mantiene en estado deplorable a los acuíferos superficiales y subterráneos. Una situación que es especialmente crítica en la central provincia de Ciego de Avila.

En este territorio, que recibe la ayuda de trabajadores de otras provincias, su manto freático, principal fuente de abasto, registra tres de los 15 sectores hidrogeológicos en cero, otros ocho están catalogados como críticos y las cinco presas existentes solo embalsan el 16,3 % de su capacidad total.

Los meteorólogos estiman que esta tendencia no se revertirá en corto plazo, por lo que el gobierno cubano busca soluciones para mitigar los efectos de la sequía en la población y en actividades económicas de gran importancia como la agricultura, al tiempo que llama a todos a tomar conciencia de la necesidad de un uso racional del agua, ese preciado líquido esencial para la vida.