por María Josefina Arce

En varias ocasiones el presidente norteamericano, Donald Trump, ha dicho que Estados Unidos ha entrado en una nueva era, un slogan repetido por su fiscal general Jeff Sessions, al referirse a la inmigración. Bien conocido es el ex senador por sus posiciones xenófobas y racistas.

Los cierto es que el tema de los indocumentados no ha dejado de estar presente en la sociedad norteamericana mucho antes de que Trump asumiera el cargo el pasado 20 de enero. Primero fue la reforma que nunca llegó bajo los dos mandatos de Barack Obama y después al arrancar la campaña electoral los comentarios de Trump despertaron un fuerte rechazo, no solo en Estados Unidos, sino en el exterior, sobre todo en los países latinoamericanos.

La designación de Sessions, ya con Trump en el poder, vino a colmar la copa, tras los pronunciamientos del nuevo presidente de construir un muro en la frontera con México, de calificar de criminales y violadores a los indocumentados mexicanos y de emprenderla contra las denominadas ciudades santuarios.

Pero el fiscal general no se ha quedado atrás y en los últimos días en Arizona, en un puesto fronterizo con México, afirmó que la frontera es la 'zona cero' en la lucha por proteger a los ciudadanos estadounidenses de lo que calificó la 'depravación' y la 'violencia' que entran en el país por ella.
Anunció entonces que todo el que entre ilegalmente será procesado como criminal, con los consiguientes castigos, y ordenó a los fiscales federales dar prioridad a los casos de inmigración.

Sus declaraciones motivaron un editorial del diario The New York Times que enfatizó que las mismas reflejan su vasta obsesión -compartida por su jefe, el presidente Trump- sobre la inmigración vista no como una fuerza esencialmente beneficiosa en la historia estadounidense, sino como una amenaza directa.

De hecho en los últimos días unos 1 500 economistas norteamericanos, incluidos 6 premios Nobel, enviaron una carta a Trump y líderes del Congreso, en la que destacan el aporte de los inmigrantes a la economía norteamericana.

Los economistas destacan el carácter emprendedor de los inmigrantes, los cuales afirman son más propensos a trabajar en campos innovadores y creadores de empleo como la ciencia y la tecnología, la ingeniería y las matemáticas que crean productos que mejoran la vida e impulsan el crecimiento económico.

Como lo demuestran las estadísticas, aproximadamente el 16 por ciento de la población laboralmente activa en Estados Unidos es de origen latino, cerca de 25 millones de trabajadores.

Pero parece que Trump y sus acólitos desconocen o no quieren ver la realidad y prosiguen con sus diatribas contra los inmigrantes, dejando a un lado su gran aporte a la economía norteamericana, pero lo más importante el dolor y sufrimiento que puede llevar a muchas familias si persiste en deportar a muchos de esos ciudadanos.

Lo cierto es que la postura de Trump ha despertado a gran parte de la sociedad norteamericana. En las últimas horas la denominada 'Caravana Contra el Miedo' llegó al muro fronterizo que separa San Diego, California, de Tijuana, en México, donde exigieron un alto a las políticas migratorias que separan a familias, mientras niños y adolescentes llegaron a Washington, procedentes de Miami, Nueva York y otras ciudades, para pedir que se detengan las deportaciones.