La naturaleza contra las políticas de Donald Trump

Edited by Bárbara Gómez
2017-06-10 11:14:22

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Por: Ana Laura Arbesú

La propia naturaleza se revira contra Estados Unidos, apenas unos días después del anuncio del presidente Donald Trump de la salida de su país del Acuerdo de París, firmado en 2015 por más de 190 naciones.

Justo la Universidad de Harvard, de gran prestigio en el mundo, radicada en Massachusetts, acaba de publicar un artículo sobre la capa de ozono y sus efectos sobre ese territorio al norte de América, en especial en la época en que los rayos del Sol inciden más en este hemisferio.

La primera en dar las señales de un paulatino ascenso de las temperaturas por un agujero fue la capa de ozono y precisamente la zona de este manto protector que cubre el centro de los Estados Unidos es vulnerable a la erosión durante los meses de verano, aseguran los autores en un artículo publicado en la revista PNAS.

Esto es resultado de las reacciones químicas que agotan a la molécula formada por tres átomos de oxígeno, exponiendo a las personas, ganado y cultivos a los efectos dañinos de la radiación ultravioleta (UV).

El estudio, dirigido por James G. Anderson, profesor de química atmosférica de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de Harvard John A. Paulson, demostró que las concentraciones de ozono estratosférico en los Estados Unidos en verano son vulnerables tanto al aumento del vapor de agua como a las variaciones observadas en la temperatura de los sistemas de tormentas en las Grandes Llanuras.

Utilizando observaciones extensivas de aeronaves en la estratosfera ártica desde principios de la década de 2000, los investigadores establecieron el marco químico que define las mayores tasas de pérdida de ozono con respecto a la temperatura y el vapor de agua.

Luego emplearon análisis recientes del radar meteorológico Nexrad para demostrar que, en promedio, cuatro mil tormentas cada verano penetran en la estratosfera sobre el centro del país, lo que es mucho más frecuente de lo que se pensaba anteriormente.

Esta combinación de circunstancias pone a la estratosfera en estados como Texas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Iowa, Missouri, los Dakotas y los estados que bordean las Grandes Llanuras, en riesgo de reacciones químicas que agotan el ozono durante el verano, potencialmente conduciendo a mayores niveles de exposición dañinos a la luz UV del Sol.

A juicio de Mario J. Molina de la Universidad de California en San Diego, Premio Nobel de 1995 en Química estratosférica, “estos desarrollos no se predijeron anteriormente y representan un cambio importante en la evaluación del riesgo de aumento de la radiación UV en el centro de Estados Unidos en verano”.

El muro fronterizo con México

Un muro fronterizo de casi tres mil 200 kilómetros entre México y Estados Unidos supone grandes desafíos para la biodiversidad, alerta un estudio, que publica la revista BioScience.

“Si se completa el muro, creará un desafío considerable de conservación de la biodiversidad, que probablemente no desaparecerá pronto”, afirmó la investigadora principal Lesley Evans, una de las autoras.

El estudio indica que las amenazas a las poblaciones locales de especies pueden ser graves porque los grupos pequeños a menudo son efímeros y dependen de individuos que se mueven entre ellas para aumentar su número y sus reservas genéticas.

Para Aaron Flesch, de la Universidad de Arizona, las poblaciones locales parpadean como luces navideñas. La investigación señala problemas incluso en áreas donde se han tomado medidas para permitir el movimiento de los animales.

Incluso cuando no hay un muro físico o una gran barrera, (los agentes fronterizos) se dedican activamente a hacer cumplir la ley a través de patrullas, apunta David Christianson, explicó otro estudioso de ese centro.

Esas patrullas, que pueden interrumpir el movimiento u otro comportamiento animal, a menudo incluyen viajes fuera de la carretera “justo en medio de ese hábitat de especies en peligro de extinción”, subraya.

De hecho, datos preliminares de collares eléctricos y cámaras fotográficas indican que algunas especies, como el antílope americano (Antilocapra americana), no viajan frecuentemente cerca de la frontera entre México y Estados Unidos.

 



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