por Nicanor León Cotayo
Un hecho concreta aún más hasta dónde llega el repudio al actual Gobierno de los Estados Unidos. Según dijo este lunes la agencia EFE, otras tres organizaciones caritativas trasladaron la sede de sus festividades previstas en el club Mar-a Lago.
Esa lujosa instalación radica en el sureste de la Florida y es propiedad del presidente Donald Trump.
Algunas de ellas, como son The Palm Beach Zoo & Conservation Society y MorseLife, anunciaron el domingo la “congelación” de sus actividades.
Pretendían celebrar una gala recaudadora de fondos, mientras el Krevis Center añadió su nombre al conjunto de grupos humanitarios que cancelaron eventos en Mar-a-Lago.
The Palm Beach Post llegó a valorar lo sucedido como una “deserción de asociaciones caritativas”, acelerada desde que Trump culpó de la violencia racista en Charlottesville (Virginia) “tanto a neonazis como a izquierdistas.”
Trump agravó la situación cuando declaró que entre los manifestantes supremacistas había “muy buena gente”.
Tras las cancelaciones del domingo solo restan dos galas organizadas en los predios del club de Trump:
Un baile de la policía de Palm Beach y una fiesta de sus veteranos de guerra que denominan Espíritu de América.
No faltaron excusas para tratar de aminorar el nuevo golpe propinado a Trump y sus hombres.
Andrew Aiken, presidente del zoológico, adujo que buscaron otro lugar para evitar “distracciones” a su misión principal, defender la vida silvestre.
Hasta su cancelación, el almuerzo de MorseLife en Mar-a-Lago constituía el segundo suceso recaudador de fondos para quienes cuidan ancianos.
Siete días atrás la Cruz Roja de Estados Unidos anunció que paralizaba sus actividades recaudadores de dinero en el club al que Trump viajó muchas veces tras ganar las elecciones de 2016.
Lo explicó así:
"No podemos organizar ese evento en Mar-a-Lago, transformado en fuente de controversia y dolor para muchos de nuestros voluntarios, empleados y simpatizantes”.
Otros medios recordaron que organizaciones, como el Ejército de Salvación y la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer tampoco volverían a Mar-a-Lago.
Curiosa forma de incomunicar, aún más, al multimillonario neoyorquino que funge como presidente de Estados Unidos.
(CubaSí)