Perverso manejo del caso del submarino San Juan

Edited by Maite González Martínez
2017-11-24 08:48:19

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Marcos Brindicci / Reuters

Por: Guillermo Alvarado

Lamentablemente en pocas horas es necesario volver a abordar el tema del submarino argentino San Juan, pero esta vez es para comentar el perverso manejo que la Armada y el gobierno de Mauricio Macri hicieron de esta tragedia que llenó de luto, pero también de rabia e indignación a los familiares de los 44 tripulantes del navío, que ahora se sabe que murieron.

Luego de ocho días de especular con la búsqueda del aparato y sus efectivos, dar falsas esperanzas a sus parientes y mantener una cortina de humo a través de la prensa, la víspera por fin se conoció la verdad: poco tiempo después de perder contacto ocurrió una explosión que destruyó la nave.

Los términos extravagantes utilizados por un jefe de la marina para informar del hecho, que fue descrito como un "evento violento, singular, anómalo, corto y no nuclear consistente con una explosión" sonó como una burla para quienes desde hace días están en la base de Mar del Plata aguardando noticias de los suyos.

Como señala la periodista argentina Stella Calloni en el diario La Jornada, lo ocurrido se resumía en una sola frase: el submarino, simple y llanamente, explotó, lo que cortó de tajo la posibilidad de que hubiese sobrevivientes.

Lo peor del caso es que el gobierno de Macri conocía exactamente lo que sucedió desde el mismo 15 de noviembre y le dio largas a revelar la verdad, lo que deja abierta la puerta para muchas especulaciones, que van desde la pura estupidez de quienes manejaron la información, hasta cosas mucho más oscuras y tenebrosas.

Entre lo que va aflorando y que el presidente Macri no había dicho, está que desde la segunda quincena de octubre había en el sur del país un alto número de militares norteamericanos y científicos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, la NASA, como se le conoce por sus siglas en inglés.

Más aún, el 31 de ese mes llegaron varios buques de la marina norteamericana al puerto de Ushuaia, desde donde partió el San Juan de regreso a Mar del Plata luego de varios días de supuesto patrullaje en esas aguas.

No hay que estar lleno de malicia para preguntarse si acaso el sumergible vio algo que no debía, o si estaba participando en maniobras clandestinas, no autorizadas por el Congreso argentino como exige la Constitución.

Otra duda que ronda la opinión pública es si al ocultar la explosión durante una semana, no se aprovechó ese tiempo para localizar y ocultar escombros del San Juan que pudieran revelar datos eventualmente embarazosos para las autoridades del país austral, entre ellos la causa verdadera del desastre.

El submarino fue construido en 1983 en Alemania, es decir hace casi 35 años, y si bien se le hicieron reparaciones para alargar su vida útil, era ya una nave antigua.

A pesar de eso, es difícil que un corto circuito, que fue el pretexto inicial para justificar la pérdida de contacto, haya provocado una explosión capaz de destruirlo.

Las dudas y la desconfianza hacia el gobierno de Macri se acumulan, mientras 44 familias lloran a sus muertos, con la sensación abrumadora de que, además de su pérdida, fueron objeto de una burla malvada e injustificable.



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