Por Roberto Morejón

Durante las fiestas navideñas se expresó el júbilo en México, pero al finalizar muchos asumieron con amargura su realidad, matizada por el alza de precios de renglones básicos, la violencia y el desasosiego en relación con la campaña electoral.

El año nuevo irrumpió con denunciados excesos contra un acto de la precandidata Claudia Sheinbaum, del opositor partido Morena, Movimiento Regeneración Nacional, a la jefatura de un gobierno local y el ataque a un periodista.

Tal vez el hecho pasaría inadvertido en otro país, NO así en México, donde fueron asesinados 12 comunicadores en 2017 y otros sufrieron presiones para desistir de sus investigaciones sobre la delincuencia y el narcotráfico.

Fuentes periodísticas revelaron que en ambas costas de México son cotidianas las rivalidades de grandes mafiosos de la droga, en su frenético intento de dominar las rutas para acarrear la mercancía hacia Estados Unidos, el principal mercado.

Cinco años y medio después de iniciar su mandato, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, repasa con mirada indulgente lo que él describe como intensa y eficaz ejecutoria de las fuerzas del orden contra los criminales.

Pero el país se desangra. Los homicidios subieron hasta transformar 2017 en el año de más violencia en la historia del país, por encima del balance de 2011, en el apogeo de la calificada “Guerra contra el narco”.

La atmósfera tenebrosa de aquella etapa amenaza con regresar a México porque, además de los homicidios, son frecuentes los robos con violencia y apenas declinaron ligeramente las violaciones, según fuentes del Observatorio Nacional Ciudadano.

Organizaciones de derechos humanos se preguntan sobre el alegado éxito de la política gubernamental en la esfera de seguridad cuando también caen abatidos alcaldes.

A la alarma por ese desenfreno se suma la incertidumbre por el alto costo de la vida y la precariedad de los empleos.

La socorrida tortilla de maíz incrementó su precio casi 7 por ciento el año último como colofón de igual proceso en los energéticos.

Los aumentos referidos hicieron añicos la entrada en vigor de un nuevo salario mínimo en México que, por adición, es tres veces menor al necesario.

El conjunto de factores apuntados NO concuerdan con la visión triunfalista del gobierno sobre la aplicación del neoliberalismo y los crecimientos macroeconómicos.

Por el contrario, se augura el incremento del número de ciudadanos en la pobreza y de la desigualdad, un mal endémico en México.

Cabe esperar que ese clima explosivo se irradie a la campaña con vistas a las elecciones presidenciales del primero de julio, caracterizadas desde hace semanas por un grado de rivalidad en espiral.