Por: Guillermo Alvarado

El papa Francisco comienza este lunes una nueva gira por latinoamérica que lo llevará a Chile y Perú, que no estará exenta de polémicas tanto por el ambiente político existente en ambas naciones, como por las críticas que algunos sectores de la población hacen al papel de la iglesia católica.

El pontífice llegará a Santiago de Chile en horas de la noche del lunes, donde será recibido por la presidenta Michelle Bachelet y comenzará sus actividades el martes con una visita a una prisión de mujeres y una misa masiva en el parque O'Higgins, situado en el centro de la capital, donde se espera que asistan decenas de miles de argentinos que se desplazaron para saludar a Francisco, quien nació en ese país.

Algunos analistas señalan que resulta extraño que el papa no haya visitado aún su nación a cinco años de su investidura, durante los cuales estuvo en Brasil, en 2013; Bolivia, Paraguay y Ecuador en 215; Colombia el año pasado, y ahora Chile y Perú.

Mientras no faltan quienes apuntan a una mala relación con el presidente Mauricio Macri, el Vaticano señala que el prelado está esperando el momento oportuno para ir.

El miércoles el papa viajará a Temuco, en el sur, donde las comunidades mapuches denuncian la usurpación de sus tierras ancestrales por terratenientes y transnacionales y las violaciones de sus derechos humanos.

La etapa chilena terminará el jueves en la región minera de Iquique y por la tarde viajará a Perú, estremecido este fin de semana por un terremoto que dejó numerosas víctimas y donde existe una situación política potencialmente explosiva.

En los días previos al arribo de Francisco a Chile se han registrado numerosos ataques con artefactos explosivos a templos católicos, que algunos atribuyen a grupos extremistas conservadores.

La jerarquía católica chilena jugó un papel importante durante la dictadura de Augusto Pinochet, denunciando los abusos cometidos por los militares y brindando protección a muchos perseguidos.

En la actualidad, sin embargo, parece más plegada a los intereses de los grupos de poder económico, en tanto que entre los sectores populares crece la presencia de iglesias protestantes. En particular, muchas personas critican las posturas radicales del Vaticano en temas como el divorcio y el aborto, todo ello salpicado por escándalos de abuso sexual en los que están involucrados algunos sacerdotes.

De manera particular se cuestiona el encubrimiento que durante décadas favoreció a Fernando Karadima, a quien se le declaró culpable por actos de esta naturaleza en 2011, pero como los abusos fueron cometidos en los años 80 del siglo pasado y ya habían prescrito al momento de juzgarlo, su único castigo fue separarlo de su parroquia y enviarlo a un relativo aislamiento en un convento, lo que causó enorme molestia entre las víctimas y sectores de la sociedad.

En América Latina la religión católica mantiene una gran influencia, si bien en los últimos años su feligresía ha disminuido. En 1995 hasta el 74 por ciento de los chilenos se declaraban católicos, cifra que bajó al 45 el año pasado.

Será un viaje interesante, que ocurre poco antes de que la derecha conservadora retorne al poder en Chile, por lo que mantendremos la vista puesta en esta gira.