Por: Guillermo Alvarado

Luego de escuchar los crudos testimonios de sobrevivientes en tiroteos ocurridos en centros escolares, así como de padres de víctimas en estas tragedias, al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se le iluminó la neurona y propuso una insólita solución: armar y dar entrenamiento militar a los profesores para que puedan responder en primera instancia a un ataque.

Quedará en el misterio si semejante ocurrencia fue fruto sólo de su esfuerzo, o le ayudaron algunos asesores, pero el tema ha dado la vuelta al mundo con reacciones de estupor e indignación y demuestra que después de un año el jefe de la Casa Blanca mantiene su capacidad para sorprender con salidas de esta especie.

Está claro que para Trump quedaron atrás los tiempos en que la escuela era un templo donde el maestro ejercía como guía para prender en sus alumnos el fuego del amor a la sabiduría y el conocimiento.

Ahora pretende convertir el aula en un campo de batalla y a los educadores en vulgares pistoleros, adiestrados para desenfundar rápido y liquidar a cualquier potencial peligro.

Como algunos analistas señalan, Estados Unidos se ha convertido en una anomalía en el mundo desarrollado, tanto por el número de armas en manos de la población, como por la cantidad de víctimas mortales que los habituales tiroteos provocan.

Sólo en lo que va de 2018 han fallecido mil 816 personas en 30 episodios de violencia armada de acuerdo con la organización Gun Violence Archive. Esto incluye a las 17 víctimas recientes de una escuela secundaria en Parkland, Florida. La misma fuente señala que el año anterior los muertos por esta causa en el país norteamericano sumaron 15 mil 590.

Si bien no existe un dato exacto del número de armas en manos de civiles, el Servicio de Investigación del Congreso difundió en 2012 la cifra de 310 millones de pertrechos, en una población de 320 millones, es decir casi una por persona, incluyendo recién nacidos, niños y ancianos.

El caso es que tampoco se trata de cualquier arma. Una de las involucradas con mayor frecuencia en las matanzas es el AR-15, utilizado también por el autor del ataque en Parkland, que lo adquirió de manera legal en una tienda.

Este es un fusil de asalto semiautomático, es decir que no dispara en ráfagas sino tiro a tiro, pero con una elevada cadencia de fuego y precisión. Con solo ocho libras de peso lo puede utilizar sin problemas un adolescente, porque además su reacción de retroceso en el disparo es prácticamente nula y con una ligera modificación en un dispositivo interior se convierte en automático. Su precio mínimo ronda los 600 dólares y el tiempo necesario para comprarlo es de 15 minutos si usted tiene más de 18 años de edad.

Allí está el problema que se debe resolver. No se trata de armar a los profesores, cuya vocación no incluye abatir alumnos díscolos.

Como dijo el padre de un adolescente muerto en Florida, es tiempo de ponerle fin a este asunto, se debió hacer desde la primera matanza pero los distintos gobiernos han sido  débiles ante la poderosa industria armamentística. Tampoco será diferente con el presidente Trump, cuyo cerebro ha demostrado que funciona a una velocidad y una dirección distintas por completo a la realidad.