Por: Guillermo Alvarado
La insólita decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de aplicar elevados impuestos a las importaciones de acero y aluminio sin ninguna excepción está a punto de provocar una guerra en el comercio internacional con consecuencias imprevisibles, que podrían ser graves para el mismo país norteño.
Se trata de una norma de carácter claramente proteccionista que entrará en vigor esta semana y que cargará con una tasa del 25 por ciento al acero y del 10 por ciento al aluminio comprados en el exterior.
Advertido sobre las consecuencias que esta ruptura de las normas mundialmente aceptadas podría tener, el jefe de la Casa Blanca desafió a todos al aseverar que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”.
Las protestas no se hicieron esperar y la República Popular China advirtió que responderá de manera enérgica a cualquier tipo de arancel que obstaculice o dañe su comercio exterior, en tanto la Unión Europea anunció este lunes que las contramedidas del bloque continental serán “rápidas, sostenidas y proporcionales”.
El vocero de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, aseguró que 'no se trata de una escalada, sino que la UE no puede esconder la cabeza debajo de la arena, debe reaccionar', si bien se cuidó mucho de no emplear términos fuertes sobre el tema.
Trump también inició un burdo chantaje contra México y Canadá, sus principales proveedores de estas materias primas y sus socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Las tarifas arancelarias al acero y el aluminio para estos dos países sólo se eliminarán si ambos acceden a firmar un pacto comercial más provechoso y que deje mejores ganancias para Estados Unidos, advirtió el gobernante.
Según el presidente, su intención es proteger empleos estadounidenses, pero especialistas señalaron que al encarecer estos productos vitales para muchas industrias, entre ellas la automovilística, lo que provocará es precisamente lo contrario porque muchas plantas tendrán que cerrar o reducir costos.
Por otra parte, medios especializados, como el diario francés Les Echos, precisaron que una guerra comercial del acero podría desencadenar también un conflicto en las tasas de cambios a nivel internacional.
Una muestra de ello se vivió a finales de semana, cuando el dólar estadounidense perdió el 0,6 por ciento en los mercados bursátiles. Esto hace temer que los bancos centrales de otros países comiencen a intervenir para evitar que sus monedas, entre ellas el euro y el yuan chino, se aprecien demasiado.
Falta ver si en realidad Estados Unidos está dispuesto a enfrentar una respuesta sólida a nivel mundial e insiste en mantener las medidas proteccionistas anunciadas, o si entra en razón y respeta las normas del comercio internacional. En todo caso recordemos que la cordura no es una virtud común en el ánimo del presidente Trump, por lo que quizás estemos viendo el comienzo de una era de turbulencias económicas y financieras muy peligrosa.