Por: Roberto Morejón

Cuba contará con una Asamblea Nacional del Poder Popular robustecida, con ciudadanos avalados por su instrucción y méritos relacionados con sus aportes a la sociedad, como requiere el país ante los desafíos económicos y la compleja situación internacional.

El parlamento que toma posesión para la novena legislatura al concluir las elecciones generales exhibe una renovación importante con respecto a la membresía del máximo órgano del poder estatal saliente.

La instancia legislativa cubana con mandato por 5 años presenta una renovación de casi 56 por ciento en relación con la precedente, por lo que está asegurada la apropiada simbiosis entre los diputados con mayor y menos experiencia.

Los jóvenes representan el 13 por ciento de la Asamblea Nacional que emprende funciones al ocupar 80 de los 605 escaños existentes.

Tanto las personas de más edad como las de las nuevas generaciones responden a una selección rigurosa.

Casi 48 por ciento de los integrantes de la Asamblea Nacional del Poder Popular fueron electos en las circunscripciones, a partir de más de 12 mil propuestas manifestadas por los vecinos de los barrios.

El resto emergió de las sugerencias de las organizaciones de masas, participantes en las comisiones de candidaturas, amparadas por la Ley Electoral.

A la postre, los 605 diputados pasaron por el crisol de las urnas el pasado 11 de marzo, cuando ejercieron el derecho al sufragio más de siete millones 400 mil cubanos, cerca de 86 por ciento de los votantes inscritos, en claro respaldo a la opción brindada.

O sea, NO hay advenedizos, improvisados, y menos los señalados a dedo como indican venenosas campañas de prensa, empeñadas en demeritar el sistema electoral cubano, muy singular, pero legítimo en tanto lo respalda la mayoría.

Con ese aval otorgado a través de un ejercicio democrático, los diputados a la Asamblea Nacional son los encargados de nominar y seleccionar al próximo presidente de Cuba.

La nueva legislatura se inicia con el ejercicio de una alta responsabilidad, porque tiene lugar un relevo generacional, expresado en el nuevo Consejo de Estado, instancia que asume las funciones del Parlamento entre cada periodo de sesiones.

Llegó el momento de la transición de la guía del país de la generación histórica a las más bisoñas, como parte de un proceso natural para el cual se preparó el país y evitar así rupturas sociales.

Después de participar de forma disciplinada y responsable en las fases de las elecciones generales, ahora la población observa con detenimiento los debates y decisiones adoptadas por los nuevos diputados, quienes son sus representantes y NO les son ajenos.