Una gran hacienda llamada Paraguay

Edited by Maite González Martínez
2018-04-27 08:48:01

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Foto/Paraguay Fluvial.

Por: Roberto Morejón

Paraguay tiene como presidente electo al derechista Mario Abdo Benítez y la oligarquía, las trasnacionales y los políticos corruptos del arcaico Partido Colorado están jubilosos.

Bajo las riendas de ese señor hijo del secretario privado del tirano violador de los derechos humanos Alfredo Stroessner, Paraguay debe continuar como una gigantesca hacienda dedicada al cultivo de la soja.

Gracias al auge de ese y otros sembrados, Paraguay presentó un crecimiento económico alto de casi 4 por ciento anual en los últimos 10 años, saludado por los organismos del gran capital.

Lo que NO dicen esas entidades es que Paraguay es uno de los países más desiguales del mundo porque, entre otras causas, el fomento de la soja enriquece a un grupo de familias y mantiene pobres a decenas de miles de campesinos.

Cuarto exportador mundial de ese rubro en el mundo, Paraguay también es importante proveedor de carne, sin que los dividendos sean redistribuidos en una población de casi 6,8 millones de habitantes, la tercera parte de la cual permanece en la pobreza.

Es cierto que el boom macroeconómico se refleja en el crecimiento inmobiliario de Asunción, la capital, pero en los campos se entroniza un sistema de haciendas con añoranza del feudalismo.

Paraguay es un ámbito de tolerancia para los latifundios, los políticos corruptos y los desmanes contra los labriegos que exigen una mejor distribución de la tierra.

El 85 por ciento de la superficie agrícola pertenece a 2,5 por ciento de los productores, una amarga realidad que los dos candidatos principales concurrentes a los comicios recientes no se propusieron transformar.

Mario Abdo Benítez, el triunfador, está más a la derecha de su rival calificado como centrista Efraín Alegre, de la coalición GANAR, integrada entre otros por el Frente Guasú del expresidente Fernando Lugo.

El ex obispo fue víctima de un golpe legislativo y desalojado de la presidencia en 2012 porque aunque nunca llegó a esbozar la reforma agraria, obstaculizó la emisión de las polémicas patentes de semillas transgénicas, una medida revertida tras su partida.

Lugo NO era radical, pero cuestionaba atropellos de familias poderosas.

Entre esos clanes destacan los encabezados por el actual Jefe de Estado Horacio Cartes y el expresidente Juan Carlos Wasmosy.  

Sin una articulación opositora estable, los oligarcas maniobran gracias a una aceitada maquinaria del reaccionario Partido Colorado, afincado en el poder por 70 años y acusado de dinástico.

Mario Abdo Benítez tal vez asuma un discurso renovador en cuanto a la forma, pero no intentará tocar a hacendados, sectas religiosas y transnacionales enriquecidos con el sudor de los campesinos.



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