Chantaje de Trump al Congreso estadounidense

Edited by Lorena Viñas Rodríguez
2018-08-01 07:56:58

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Foto:Archivo.

Dice una conocida canción mexicana que “Jalisco nunca pierde, y cuando pierde arrebata”, lo que viene muy bien a la actitud del magnate presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ante una dificultad que frene sus propósitos no tiene ningún reparo en recurrir a prácticas oscuras, entre ellas la amenaza y el chantaje.

Lo está demostrando en estos días cuando dijo que cerrará las actividades federales de su gobierno, a menos que el Congreso aprueba su solicitud de otorgar fondos multimillonarios para construir el muro en la frontera con México y reforzar la seguridad en la línea de demarcación común, para contener las corrientes migratorias que fluyen desde el sur hacia su país.

No tengo ninguna luz roja, dijo el jefe de la Casa Blanca, en referencia a que paralizará la administración federal el próximo 30 de septiembre, cuando termina el año fiscal, si para entonces los legisladores no le entregan los 25 mil millones de dólares que exige para el muro y otras cifras destinadas a reforzar la Patrulla Fronteriza y tecnología para detectar, capturar y expulsar a los indocumentados.

El presidente calificó como ridículas las actuales leyes estadounidenses hacia la inmigración y, además de reclamar dinero, pide a los legisladores que endurezcan las normas. Las declaraciones de Trump ocurrieron durante una conferencia de prensa conjunta celebrada en Washington con el primer ministro italiano, Giuseppe Conti, otro férreo antiinmigrante.

Se trata de un claro chantaje del gobernante hacia los congresistas, pero en el fondo me uno a quienes consideran que, al menos en este caso, los ladridos no llegarán a ser mordidas y todo se quedará en una bravata más, como tantas a las que nos tiene ya acostumbrados.

Hay un factor clave en este asunto y son las elecciones de medio término programadas a inicio de noviembre, cuando se renovará la Cámara de Representantes, un tercio de la de Senadores, así como la mayoría de gobernaciones estatales y varios congresos locales.

Cerrar el gobierno significa dejar sin salario por tiempo indefinido a millones de trabajadores públicos en el país, hombres, mujeres, blancos, negros, hispanos, demócratas o republicanos, es decir, crear un descontento monumental.

Además quedarían sin funcionar servicios fundamentales, como hospitales, escuelas, farmacias, transportes y oficinas para realizar cualquier tipo de trámite.

A menos que decidan suicidarse políticamente, los dirigentes del partido Republicano no le permitirían jamás al presidente que ellos llevaron a la Casa Blanca semejante barbaridad, sobre todo cuando falten casi dos meses para unos comicios cruciales, donde se jugarán la mayoría en ambas cámaras legislativas.

El sentido común indica, pues, que la sangre no llegará al río, pero la acción, el chantaje, la villanía, quedan allí, expuestas a la opinión pública que no se cansa de conocer el lado oscuro de un hombre que es presidente, pero jamás tendrá la altura correspondiente a un jefe de Estado.



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