Por: Lorenzo Oquendo
En nuestro planeta debido al natural proceso del tiempo, quedan muy pocos días para terminar septiembre, uno de los meses de mayor formación de ciclones del Océano Atlántico como efectivamente ocurrió con el Florence que impactó la costa este de Estados Unidos para provocar muertos y pérdidas materiales.
También aparecieron en este noveno mes del año Helen e Isaac, pero sin mayores consecuencias que lluvias en acercamientos a territorios, disminuídas a medida del avance de sus respectivas trayectorias.
Es útil recordar que aunque termina septiembre la temporada ciclónica aún permanece hasta el 31 de noviembre y no deben descuidarse ni por un segundo las coberturas de protección ante éstos fenómenos provocados por el calentamiento global y su detonante el cambio climático.
Un poco antes en este 2018 durante los meses de junio, julio y agosto el calor ambiental provocó fuertes impactos en Europa donde regiones como Siberia reportaron altas temperaturas no ocurridas en más de un siglo, de acuerdo con el Centro Hidrometeorológico de Rusia.
Situaciones de extremo calor manifestaron también este año países como Escandinavia, Reino Unido, Irlanda y Canadá, pero algo notorio reitero, es Siberia con localidades que tuvieron en varias ocasiones temperaturas elevadas hasta de 40 grados centígrados y serias afectaciones para los habitantes de esa región europea.
Los siberianos afrontaron grandes incendios forestales, falta de energía eléctrica, insuficiencia de transporte, además de otros servicios públicos que incluyó ahogamiento de personas lanzadas a las aguas marítimas para huir del calor, impacto muy curioso en una latitud eminentemente septentrional nunca antes apreciado.
Es realmente asombroso como los efectos del cambio climático mantienen en jaque a paises del mundo, aspecto que los científicos exponen y gobernantes eluden para evitar inversiones financieras que de acuerdo con las medidas establecidas a finales del 2015 en París demandan aportes económicos ante el peligro ambiental. Acuerdos aprobados precisamente durante la cumbre climática de Francia donde los azotes calóricos estuvieron también muy fuertes este año.
Sin embargo en el otro hemisferio del mundo los inviernos fueron desoladores, aunque el evento climático más dramático de ese tiempo no estuvo concentrado por olas calóricas sino las inundaciones provocadas por 10 días de intensas precipitaciones en Japón, país asiático donde miles de personas abandonaron sus viviendas y 200 fallecieron a consecuencias de las lluvias.
Pero en el mismo Japón después de esas inundaciones hubo, sin embargo, en las siguientes semanas intensa ola de calor con altas temperaturas impactantes contra varias víctimas en el país.
Entonces calor, invierno, inundaciones y huracanes están en el ambiente atmosférico mundial como exponente de un cambio climático real.