Por: María Josefina Arce.

El presente año se inició para Colombia como concluyó 2018, con el asesinato de líderes sociales de las zonas rurales, una situación que se ha convertido en algo cotidiano en el país sudamericano.

Solo han transcurrido siete días del 2019 y ya son seis los dirigentes comunitarios que han perdido la vida de manera violenta, a manos de individuos armados.

Maritza Quiroz, en Santa Marta, Magdalena, reconocida por difundir el derecho de los campesinos a la tierra, y Wilson Pérez, en Hacarí, Norte de Santander, también un activista comunitario, son las dos últimas víctimas de una violencia que parece no tener fin en Colombia.

La paz no acaba de llegar a la nación sudamericana, pues no se puede hablar de ella cuando cada día son ultimadas personas que defienden los derechos de los ciudadanos, sobre todo de los más humildes, los que vieron cercenadas sus prerrogativas por un conflicto armado de más de cinco décadas.

Es un hecho que todavía queda un largo camino para hablar de una paz verdadera en Colombia, a pesar del acuerdo suscrito en 2016 entre el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y la otrora guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo.

De acuerdo con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia, desde la firma del acuerdo se han verificado 163 asesinatos de líderes sociales, una cifra que otras organizaciones sitúan en 226.

Por demás el 91,4 por ciento de estos sucesos que tuvieron lugar entre 2009 y 2017 quedaron impunes, advirtió recientemente la organización de Derechos Humanos Somos Defensores.

Lo lamentable también es que el actual gobierno, presidido por Iván Duque, intenta minimizar la gravedad de los hechos. Para las autoridades no se puede hablar de que dichos sucesos sean sistemáticos, pues, en su opinión, son múltiples los factores implicados.

Para el ex presidente de la Corte Constitucional José Gregorio Hernández lo que está pasando en territorio colombiano es un genocidio. Es muy grave y lo peor, lamentó, es que a nadie parece importarle.

El gobierno asegura que está implementando las medidas aprobadas recientemente por el presidente, que contemplan una acción coordinada de varias instituciones.

Pero la interrogante es: ¿llegarán a tiempo las medidas gubernamentales para impedir nuevos asesinatos?. La realidad es que la paz se tambalea en Colombia, una sociedad desgastada por décadas de conflicto armado.