Por: Guillermo Alvarado

El vocero del ministerio chino de Asuntos Exteriores, Geng Shuang, dio una atinada respuesta a recientes declaraciones de John Bolton, asesor de seguridad nacional del presidente estadounidense, Donald Trump, a quien recordó que los países de América Latina y El Caribe son naciones soberanas y por lo tanto con capacidad de decidir en total libertad con quiénes se relacionan.

La sensata y contundente declaración del funcionario chino ocurrió después de que Bolton, en otra de sus desafortunadas salidas de tono por las redes sociales, cuestionara lo que definió como inadmisible injerencia de países “hostiles” en la situación interna de Venezuela, en clara referencia a los vínculos de la Patria de Bolívar con Rusia y China.

El asesor de seguridad nacional estadounidense demostró así que mantiene una pervertida imagen de las relaciones internacionales en el continente americano, que viene desde que en 1823, hace casi dos siglos, el presidente del entonces naciente, pero ya nocivo imperio, John Quincy Adams, declaró la llamada “Doctrina Monroe”, que en su enunciado fundamental afirma que “América es para los americanos”.

Recordemos que desde sus inicios la potencia norteña se denomina a sí misma “América” y a sus habitantes los “americanos”, como si fuesen ellos los únicos nacidos en este continente. Es un despojo semántico que lamentablemente muchos repiten, quizá sin pensarlo y sin darse cuenta de la profundidad ideológica que eso tiene.

Pero, volviendo al tema que nos ocupa, el portavoz de la cancillería china advirtió que América Latina no pertenece a ningún país, ni es patio trasero de nadie.

Agregó Geng Shuang que China siempre apoya el desarrollo de relaciones amistosas con los demás países, incluida la República Bolivariana de Venezuela.

Hizo hincapié en que solo al pueblo venezolano le corresponde encontrar la salida a la situación interna que está viviendo en estos días y recobrar la estabilidad que redundará, no sólo en su propio beneficio, sino en el de toda la región.

En medio de este intercambio de opiniones, lo que llama poderosamente la atención es la actitud de las autoridades estadounidenses, que mantienen una presencia declaradamente hostil en todos los continentes del planeta, pero como los hipócritas sacerdotes hebreos de que nos habla la historia, rasgan sus vestiduras si un país latinoamericano o caribeño tiene vínculos cordiales de colaboración en distintas esferas, incluida la militar, con potencias de otras regiones.

Así pues, la presencia en Caracas de dos aviones rusos con un grupo de instructores ha levantado una oleada de lamentos en Washington y sus acólitos del Clan de Lima, que olvidan la cantidad de bases militares que El Pentágono tiene diseminadas por nuestro continente y las decenas de miles de soldados en disposición combativa dentro de ellas.

Afganistán, Iraq, Siria, Corea del Sur, Alemania, Japón, España y otros países del mundo tienen, de buen o mal grado, bases militares o presencia armada de Estados Unidos y en varios de ellos incluso hay arsenales nucleares operativos, pero ahora resulta que el señor Bolton lanza una gritería por lo que llama presencia hostil foránea en Latinoamérica.

Como dijo el canciller venezolano, el comportamiento de Washington es por lo menos “cínico”, si se toma en cuenta que abiertamente mantiene una guerra contra Venezuela con el declarado propósito de conseguir un cambio de régimen y poner las enormes reservas de petróleo bajo el control de las transnacionales de capital estadounidense.

Si eso no es hostil, entonces habrá que revisar profundamente el diccionario para aclararlo. De momento tenemos, sin embargo, todo el derecho a opinar que la única potencia agresiva y peligrosa que hay en este momento en el continente americano radica precisamente entre el norte del río Bravo y la frontera sur de Canadá.