Por María Josefina Arce
Poder y dinero esa es la máxima de la derecha venezolana, que ha intentado encubrir sus verdaderos intereses presentándose como supuesta salvadora del pueblo. Con el falso argumento de una crisis en la nación sudamericana y la necesidad de una ayuda humanitaria esos elementos se han dedicado a llenar sus bolsillos y promover acciones desestabilizadoras.
Pero la verdad siempre sale a flote y ahora han comenzado a conocerse los detalles de la operación que en febrero pasado montara la oligarquía en la ciudad colombiana de Cúcuta, en la frontera común, con el pretexto de enviar alimentos y otros insumos a los venezolanos.
Aunque la realidad es que, de paso, la derecha se dedicaba a engrosar sus cuentas bancarias y a promover acciones encubiertas contra el legítimo gobierno del presidente Nicolás Maduro, elegido en las urnas en mayo de 2018 por gran parte de los venezolanos.
De acuerdo con los detalles revelados los recursos del tan publicitado concierto realizado en la línea fronteriza fueron robados por el ilegalmente autoproclamado presidente Juan Guaidó y otros cabecillas de la oposición.
Todos recuerdan el show mediático montado alrededor del concierto y que tenía bien definidas sus motivaciones contra la revolución bolivariana. Crear una imagen falsa alrededor de la situación en Venezuela y buscar una intervención armada.
No olvidemos que durante la operación los opositores quemaron un camión cargado con supuesta ayuda, para responsabilizar a los militares venezolanos de ese sabotaje y crear un “falso positivo”.
En las últimas horas el ministro venezolano de Comunicación, Jorge Rodríguez, en rueda de prensa presentó las conversaciones de Guaidó con Rosana Barrero y Kevin Rojas, ambos militantes del partido Voluntad Popular, quienes manejaban los recursos robados para sufragar la entrada de sicarios con el objetivo de apoyar actos terroristas en el país sudamericano.
Rodríguez acotó además que 800 millones de dólares pertenecientes a la empresa Citgo, filial de la estatal Petrolera Venezolana , en Estados Unidos, fueron desplazados a cuentas de personas de confianza del autoproclamado mandatario.
Ya en marzo pasado Caracas había denunciado una gigantesca trama de corrupción con dinero enviado a Cúcuta para contratar a un grupo de mercenarios colombianos y centroamericanos que atentaran contra la vida de líderes políticos, militares y magistrados venezolanos y crear el caos en la nación.
La derecha venezolana ha caído en desgracia. Ni Estados Unidos defiende a sus fieles servidores, aunque sigue con la mirada puesta en el petróleo venezolano. En el aire flotan todavía las declaraciones del secretario norteamericano de Estados, Mike Pompeo, cuando aseguró que Guaidó no cuenta con el suficiente apoyo de sus compatriotas.
Ahora además, la OEA, Organización de Estados Americanos, que se ha prestado al juego sucio contra el constitucional gobierno de Venezuela, pide que se investigue la trama de corrupción que envuelve a los enviados de Guaidó a Cúcuta, nombrados, no pasemos por alto ese detalle, por el ilegalmente autoproclamado presidente.
Un total descrédito rodea a la derecha venezolana, que solo, como confirman las pruebas, piensa en sus bolsillos y en llegar al poder para acceder a las riquezas del país en beneficio propio, pues el bienestar del pueblo no es para nada asunto de su interés.