Por: Roberto Morejón
La historia de Nuestra América es profusa en líderes políticos y sociales favorables a las causas justas, aunque, desafortunadamente, también son notorios los partidarios de las más reaccionarias posiciones.
Entre esos últimos destacan hoy el ultraderechista presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, el venezolano Juan Guaidó, y el cabecilla opositor boliviano Luis Fernando Camacho.
El presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, en la región más industrializada de Bolivia, destaca como un incendiario desbocado.
Él proclamó su intención de forzar la salida del presidente constitucional, Evo Morales, para ocupar el Palacio de gobierno en La Paz.
El regente cívico cruceño trata de erigirse en el bastión de los ultra-radicales, atiza bloqueos de vías, cerco a instituciones y paros laborales así como choques con fuerzas seguidoras de Morales.
El estadista indígena ganó la primera vuelta de las elecciones en Bolivia con margen de más de 10 puntos sobre su rival más cercano, el exgobernante Carlos Mesa, aliado circunstancial de Camacho.
Unidos temporalmente, Mesa parece entender que el fanatismo del racista Luis Fernando Camacho le perjudica en sus afanes de presentar el triunfo de Evo Morales como resultado de un alegado fraude.
Carlos Mesa conoce que Camacho, autor de un fallido ultimátum a Morales para obtener su renuncia, es un empresario con sospechosa trayectoria.
El paladín de los separatistas de Santa Cruz pertenece a una familia que perdió negocios millonarios en la industria gasífera, al nacionalizarse recursos básicos de la nación.
Vinculado con el escándalo de los llamados “Panamá papers”, a Camacho lo señalan como gran evasor de impuestos, interesado en la caída del gobierno boliviano para quedar en la impunidad.
Como señalara el presidente venezolano, Nicolás Maduro, el arrebatado dirigente cívico de Santa Cruz se siente cómodo al compararse con el narcotraficante Pablo Escobar.
El cacique cruceño dijo que, al igual que el colombiano, anotaría el nombre de quienes calificó como traidores para perseguirlos “hasta el final”.
Además de llamar a los militares a colocarse a su favor, el desenfrenado opositor NO se ha pronunciado contra los desmanes de sus fuerzas.
Un video difundido en redes sociales muestra a una mujer obligada a pedir perdón de rodillas por rechazar el paro contra el gobierno de Evo Morales.
Tampoco Camacho cuestiona manifestaciones racistas contra indígenas o los extremismos religiosos, en los que él incurre.
Detrás de este exaltado aparecen las logias y oligarquías propensas a aplastar a las fuerzas populares que cuestionen su estatus.