Por: Roberto Morejón

La zafra azucarera en Cuba dio inicio en medio de exhortaciones de las autoridades a aumentar la producción, sobre la base de mejores rendimientos, dada la importancia del dulce para el consumo interno y la exportación.

El vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, siguió de cerca, junto a funcionarios y expertos del ramo, las reparaciones en las fábricas de azúcar, llamadas aquí ingenios o centrales.

Además de indicarse la necesidad de una mejor reparación de esos enclaves, la industria arranca la molienda con planes más objetivos e incluso menos fábricas abiertas, para concentrarse en las de mejores condiciones.

Junto a los objetivos de potenciar los derivados y los aportes a la alimentación animal, la generación de azúcar implica en Cuba un asunto de cultura nacional, seguridad de empleo y aportes a las ventas en el exterior.

Para nadie es un secreto que las circunstancias materiales del país son tensas por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense y las limitaciones de combustible, cuyos envíos a Cuba son perseguidos por Washington.

NO obstante, la encomienda de Cuba es hacer una cosecha azucarera más eficiente, aun en el más apremiante panorama.

Desde hace meses insisten los estudiosos y directivos en sembrar más caña, pues disminuyó la disponible, cultivarla bajo estrictas normas técnicas y lograr rendimientos más altos, al estar hoy por debajo de las expectativas.

La mayor de las Antillas NO desecha la industria azucarera. Por el contrario, insiste en su nuevo despegue después de varios años de depresión en resultados.

La etapa precedente, correspondiente a 2018-2019, arrojó un balance 13 por ciento por debajo de lo planificado, a causa de lluvias excesivas, llegada tardía de insumos a los centrales y posteriores roturas en ellos.

Las lecciones de la temporada fabril anterior están presentes en la recién iniciada, junto a los análisis de los entendidos para fomentar la reconversión energética de la industria y la introducción de nuevas tecnologías.

Los cubanos se proponen garantizar valor agregado a sus producciones de sacarosa, como una forma de asumir los costos de una arista de la economía insustituible.

Igualmente resalta la intención de aumentar los reconocimientos de la sociedad a los trabajadores del medio.

Ellos exhiben gran tradición de lucha y están obligados a turnos continuos en los ingenios, pues la maquinaria debe operar ininterrumpidamente.

La habilidad del hombre junto a cosechadoras mecánicas técnicamente aptas, una organización de relojería y el aporte de los campesinos y obreros agrícolas al sembrar más caña, son las claves del ansiado repunte del dulce en Cuba.