Por Roberto Morejón
Al dejar de considerar ilegales los asentamientos de Israel en Cisjordania, Estados Unidos insta implícitamente a los colonos a aumentar sus desplazamientos a aquellas regiones, una conducta rechazada por la comunidad internacional.
El secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo, informó que su país prescindirá de evaluar como ilegítimos los asentamientos en superficies de tierras arrebatadas por Israel a los palestinos.
El despojo fue consumado mediante la violencia en la guerra de los seis días, en mil 967.
De esa forma, el Departamento de Estado, y en primer lugar la administración del presidente Donald Trump, dan la espalda a un consenso en el planeta.
Esa anuencia estima espurias las operaciones de los colonos para radicarse en comarcas palestinas.
En franco desafío a la posición mayoritaria en todas las latitudes que reprocha las incursiones y emplazamientos, cerca de 600 mil judíos viajaron a Cisjordania para establecer 140 comunidades, escoltadas por efectivos del régimen sionista.
Este último subsidia los enclaves arbitrarios en Cisjordania y 13 en Jerusalén Oriental, cuyo territorio reclaman con justeza los palestinos para integrarlo a un futuro Estado, con el visto bueno universal.
Lo cierto es que los desmanes de Tel Aviv calzan las acciones de sus colonos, quienes fomentaron la agricultura, la construcción y el rearme de los enclaves, como para NO abandonarlos jamás.
Es como si trataran de apuntalar un país dentro de otro y lo consideraran natural.
La existencia de las colonizaciones israelíes constituye uno de los ejes centrales de las diferencias entre palestinos y Tel Aviv sobre la reanudación de conversaciones de paz.
Estados Unidos pretende ignorarlo y además consolida su parcialidad hacia su aliado, evidenciada al reconocer en 2018 a Jerusalén como capital de Israel y trasladar su embajada a esa urbe desde Tel Aviv.
Washington queda entonces como ejecutante de una política exterior que ampara a su beligerante cómplice en todas sus fechorías.
Hablamos de un Estado que bombardea Gaza y bloquea a sus habitantes, fustiga a Irán, ataca Siria y ocupa los Altos del Golán.
Por cierto, ese último pillaje también fue resguardado por Estados Unidos.
Como era de esperar, la Autoridad Nacional Palestina condenó el pronunciamiento provocador de Mike Pompeo al desistir de juzgar como indebidas las instalaciones de Israel en Cisjordania.
Nuevamente, la potencia del Norte socava los cimientos de una deseada paz en Oriente Medio y las elementales prerrogativas de los palestinos, con derecho a tener un Estado independiente y soberano, y dejar de peregrinar por el mundo.