Por: Roberto Morejón
Como resultado de una exitosa gestión económica, el gobierno del presidente depuesto de Bolivia, Evo Morales, se esforzó por mejorar los servicios de salud, en cuyo empeño ayudaron modestamente los médicos cubanos.
El modelo económico social comunitario productivo, como lo denomina el ex ministro de Economía y hoy candidato presidencial Luis Arce, contribuyó al crecimiento de Bolivia durante varios años de manera consecutiva.
Las autoridades encabezadas por el líder indígena fomentaron empleos y asignaron recursos al frágil sistema de salud.
El país sudamericano redujo notablemente la mortalidad materno-infantil y hasta el derrocamiento del primer mandatario constitucional, habitantes de 311 municipios, de un total de 319, recibieron atenciones médicas gratuitas.
A ellas contribuyeron jóvenes bolivianos graduados en Cuba, país donde concluyeron sus estudios más de cinco mil alumnos.
También los profesionales cubanos de la salud aportaron decisivamente a las prestaciones financiadas por el gobierno de Evo Morales.
La labor de los enviados por la mayor de las Antillas destacó en la Misión Milagro, mediante la cual más de 700 mil bolivianos recuperaron la visión luego de intervenciones quirúrgicas que les eliminaron varios padecimientos, entre ellos cataratas.
Los cubanos iniciaron su cooperación con Bolivia en mil 985 con la donación de tres salas de terapia intensiva para hospitales pediátricos.
Desde 2006 hasta 2012 asumieron todos los gastos de la asistencia, ascendentes a más de 200 millones de dólares.
Ante el buen desempeño de la economía boliviana bajo el gobierno de Morales, este último dispuso correr con los gastos de la ayuda, pero el dinero nunca llegó a La Habana, pues las partes decidieron asignarlo al funcionamiento de la misión.
Los profesionales de bata blanca ofrecieron en Bolivia cerca de 77 millones 300 mil consultas y practicaron un millón 529 intervenciones quirúrgicas, según precisó una argumentada declaración del Ministerio cubano de Relaciones Exteriores.
A pesar de estas estadísticas reveladoras de una labor abnegada reconocida por los pobladores, el gobierno de facto habló ofensivamente de “falsos médicos” cubanos.
Alegó que 80 por ciento de los fondos de la brigada médica se transfirieron a La Habana.
La autoproclamada Jefa de Estado exageró el monto de los estipendios de los especialistas antillanos, en realidad inferior al de sus colegas bolivianos, y autorizó su acoso.
El régimen actuante, enfrentado hoy a una epidemia de dengue, es responsable por los servicios dejados de prestar por los médicos cubanos, de conducta ejemplar en el país sudamericano, aunque trate de ocultarlo.
