Por María Josefina Arce.

El nuevo coronavirus causante de la enfermedad COVID 19 constituye un mayor riesgo para las personas de la llamada Tercera Edad, por ser más propensos a padecer de determinadas dolencias. Su vulnerabilidad se acentúa a nivel mundial pues en su gran mayoría se ve relegado y olvidado por los gobiernos.

El panorama se torna más preocupante si tenemos en cuenta que el mundo envejece a ritmos acelerados. De acuerdo con la OMS, Organización Mundial de la Salud, en el 2050 la proporción de la población mundial con más de 60 años de edad llegará a dos MIL millones.

Cuba no escapa a esa situación. De hecho es una de las naciones más envejecidas de América Latina. Más del 20 % de sus habitantes sobrepasan las seis décadas de vida, lo cual, si bien es un logro del sistema de Salud Pública, representa igualmente un reto.

En Cuba a partir del triunfo revolucionario de enero de 1959 la atención al adulto mayor pasó a ser una prioridad y se dio vida a un Programa Integral para garantizar sus necesidades biológicas, psicológicas y sociales, elevando la calidad de vida.

Este programa, que se ha ido enriqueciendo con los años, tiene un enfoque comunitario e institucional, y se acompaña del desarrollo de la Geriatría y Gerontología para estudiar mejor los aspectos de envejecimiento de las personas y sus requerimientos en nuestro medio social.

El programa se apoya en gran medida en el médico y enfermera de la familia que da seguimiento a los adultos mayores de su comunidad. Son precisamente estos profesionales una gran ventaja del sistema de atención primaria de salud, de acuerdo con Alberto Fernández Seco, jefe del Departamento de Atención al Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud mental del Ministerio de salud Pública.

Actualmente, precisó en conferencia de prensa, se realiza una pesquisa activa, fundamentalmente de aquellos que viven solos, que representan el 15 por ciento de los adultos mayores en el país.

En cuanto a las casas y círculos de abuelos cuentan con trabajadoras sociales capacitadas con los temas relacionados a la enfermedad, y son las que todos los días reciben a los trabajadores y adultos mayores para detectar cualquier tipo de sintomatología respiratoria, puntualizó Fernández Seco.

Los 155 hogares de ancianos que existen en el país poseen un médico y una enfermera de la familia, lo que representa una ventaja en este tipo de pandemia, indicó el funcionario.

Las autoridades cubanas velan por la seguridad de todos los cubanos, pero con especial énfasis en los que sobrepasan los 60 años, un grupo etario de gran vulnerabilidad ante el nuevo coronavirus.