La Covid-19 es un reto global y Cuba brinda su modesto aporte

Edited by Maite González Martínez
2020-05-19 07:38:24

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Ministro cubano José Angel Portal durante su intervención en la 73 Asamblea Mundial de la Salud. Foto / Minsap / 18 may 2020

 

Por: Roberto Morejón

En medio de un oportunista intento de la administración de Donald Trump por desacreditar la cooperación cubana de salud, el gobierno revolucionario reafirmó la continuidad de esa asistencia, porque responde a una vocación solidaria.

El ministro cubano de Salud Pública, José Ángel Portal, reafirmó en la septuagésima tercera Asamblea Mundial de la Salud el afán de este país de compartir las modestas experiencias en el enfrentamiento a la COVID-19, empeño en el que avanza por el sendero más propicio.

Con la ratificación de su actitud fraterna en la salud, el archipiélago caribeño subrayó una política de principios, la de fortalecer la cooperación Sur-Sur.

Mucho más cuando la pandemia que mantiene en vilo a la Humanidad demanda de los Estados sistemas sanitarios robustos, pues de lo contrario el padecimiento se expande hasta diezmar poblaciones.

Además de poseer un esquema de atención primaria y especializada fuerte, La Habana lo fortaleció ante la certeza de un aumento de los contagios en el mundo.

En correspondencia con sus experiencias y las indicaciones de la OMS, Organización Mundial de la Salud, la mayor de las Antillas trazó una estrategia que a la postre surtió derivaciones favorables.

Cuba, que reafirma su apoyo a la OMS mientras algunos Estados lo torpedean, ha constatado la validez de privilegiar la educación y la salud, al punto de disponer hoy de nueve médicos por cada mil habitantes.

Con esa fuente de talentos y altruismo ha sido posible atender solicitudes de numerosos gobiernos para enviar médicos, enfermeros y técnicos.

A pesar de su limitación de recursos y del recrudecido bloqueo estadounidense, la nación antillana tiene hoy a más de 2 mil 300 colaboradores en 26 brigadas del contingente Henry Reeve en 24 países.

A ellos se suman más de 28 mil profesionales que en 59 naciones ya cumplían misiones anteriores al desatarse la COVID-19.

Se trata de un gesto de los cubanos de compartir lo que tienen y NO un vulgar negocio o una impuesta “diplomacia de las batas blancas”, como peyorativamente califican en Washington.

Con los ingresos monetarios reportados por esa cooperación en los casos de países que los poseen, Cuba contribuye a sostener su servicio de salud y organiza gratuitamente misiones en naciones muy pobres.

Nada de eso procesa la Casa Blanca porque sus inquilinos NO entienden de camaradería y apego a principios, al prevalecer la visión de que una vida humana solo se valora en dólares.



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