Por: Roberto Morejón

Un movimiento creciente presentan varios de los 10 aeropuertos internacionales cubanos desde el restablecimiento gradual del flujo de pasajeros, en el retorno a la nueva normalidad.

 La necesidad de coexistir con el virus SARS-COV-2 sin atenuar los controles sanitarios y así restablecer el funcionamiento de la economía, condujo a la reanimación de los aeródromos.

 Atrás quedó un silencio de más de siete meses que permitió realizar faenas de mantenimiento y diseñar mecanismos para atender a visitantes con juiciosas instrucciones de bioseguridad.

 De ello se percatan cuando llegan a las terminales, donde NO pueden acceder visitantes y tres anillos de inspecciones certifican lo previsto.  

 Orientadas por el Ministerio de Salud Pública y con recomendaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional, las regulaciones adoptadas en Cuba inspiran confianza.

 Es así porque avalan la seguridad de los viajeros, tripulantes y trabajadores de las terminales, además de reducir el riesgo de entrada al país de personas enfermas y con el virus.

 Todo ello sin afectar marcadamente el imprescindible ritmo de los aeropuertos.

 Es cierto que si bien la dinámica de esos enclaves de la mayor de las Antillas aumentó en las últimas semanas, todavía las operaciones representan 40 por ciento de las realizadas en 2019.

 Ocurre que el impacto de la pandemia conspiró contra los planes de desplazamiento de los habitantes de este planeta, pero aquí esperan un repunte de las solicitudes de permisos de aterrizaje de compañías aéreas.

 Más de 30 ya lo hacen y un aumento dependerá del convencimiento de que esta nación caribeña ha logrado adaptarse a las exigencias sanitarias.

 Además, Cuba mantiene el control sobre la marcha de la pandemia, realiza cerca de 10 mil pruebas diarias de PCR y el número de fallecidos y pacientes en terapias intensivas está por debajo de los exhibidos en otras naciones del Hemisferio.

 No obstante, las autoridades instaron a los viajeros con destino a las comunidades y a los residentes permanentes que retornan a observar cabalmente las prácticas higiénico-sanitarias.

 Los consultorios del médico de la familia, eslabón vital del sistema preventivo de salud, juegan un papel esencial en los barrios.

 Las familias y los amigos de los recién llegados deberán elevar las precauciones para evitar contagios, pues el virus aun acecha.