Ester Lynch y Luca Visentini. / Confederación Sindical de Comisiones Obreras

Por: Roberto Morejón

Para algunos en el Sur empobrecido los derechos laborales en la opulenta Europa están garantizados, pero la realidad es diversa.

 Por estos días sindicatos advierten sobre el número de trabajadores excluidos del salario mínimo.

 Una dirigente laboral expresó criterios no atribuibles a primera vista al Viejo Continente, dadas sus riquezas y el presumido estado de bienestar.

 El concepto fundamental de un salario mínimo se socava en Europa por las lagunas legales, mediante las cuales grandes empresas tratan a jóvenes, mujeres y trabajadores inmigrantes "como mano de obra barata".

 Así se expresó Esther Lynch, secretaria general adjunta de la Confederación Europea de Sindicatos.

 “En lugar de ayudar a los más vulnerables de la sociedad a encontrar trabajo, las mencionadas exclusiones del salario mínimo legal contribuyen a mantenerlos en la pobreza", agregó Lynch lapidariamente.

 Para la dirigente, el pago de honorarios por debajo del mínimo viola normas internacionales de derechos humanos.

 Desafortunadamente, las justas demandas de los trabajadores agrupados se diluyen en un embarazoso concierto social.

  Los movimientos laborales cedieron terreno en Europa, principalmente por reducción de afiliados.

 Las políticas de austeridad aplicadas tras la crisis de 2008 y el auge de la llamada nueva economía basada en las tecnologías aceleraron la precariedad.

 El aumento del desempleo, el alza del trabajo privado y el individualismo hicieron pensar a muchos que sindicalizarse “era cuestión del pasado”.

 No pocas personas defienden lo contario, sobre todo hoy a la hora de negociar sobre desigualdades de salarios.

 Ya se sabe que NO es lo mismo acudir a hablar con el patrón en soledad que hacerlo en representación de un gremio.

 Pero los colectivos obreros en Europa NO pueden esperar por el crecimiento numérico y deben dirimir sus demandas, como la denominada “con el umbral del 2030” .

 La iniciativa comprende una veintena de propuestas, entre ellas sacar a 15 millones de europeos de la pobreza.

 Igualmente incluye conseguir que al menos 78 por ciento de la población activa en Europa tenga empleo.

 Pero está por ver si el Parlamento Europeo, al que han llegado las requisitorias de los sindicatos, avanza en su análisis.

 Queda la duda cuando exponentes del ala conservadora de la Eurocámara emplean tiempo en ocuparse de situaciones en otras latitudes, en lugar de las propias, por lacerantes que sean.