Presidente salvadoreño, Nayib Bukele.
Por: María Josefina Arce
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, parece decidido a cambiar la historia y desconocer hechos que marcaron un cambio trascendental en el país centroamericano, como los acuerdos de paz suscritos en 1992 y que pusieron fin a 12 años de guerra civil, con un saldo de unas 75 mil víctimas.
Sin ninguna conmemoración oficial transcurrió el trigésimo aniversario de la firma de los acuerdos en México entre el otrora guerillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador y el gobierno de Alfredo Cristiani, de la derechista ARENA, Alianza Republicana Nacionalista.
Pero Bukele se empeña en desvirtuar y calificar como una farsa aquel importante momento. Incluso días antes de la fecha la Asamblea Nacional, controlada por el Partido Nuevas Ideas, del mandatario, aprobó un decreto para eliminar la conmemoración.
Las declaraciones y acciones del gobierno han provocado malestar en gran parte de la sociedad, que todavía tiene abiertas muchas heridas y no olvida las atrocidades cometidas antes y durante el conflicto por el ejército y grupos paramilitares como los llamados escuadrones de la muerte, que contaron con el apoyo de Estados Unidos.
Precisamente en diciembre pasado se cumplieron 40 años de un lamentable hecho, la masacre de El Mozote, una localidad salvadoreña donde el ejército asesinó a 988 civiles, la mitad de ellos niños.
La Comisión de la Verdad, uno de los mecanismos establecidos por los acuerdos, concluyó que la gran mayoría de los casos que investigó habían sido responsabilidad del estado y de los grupos ilegales armados que creó.
Todo eso y más quiere dejar de lado Bukele al descalificar el pacto rubricado en México, que dió inicio a un proceso democrático y creó una nueva realidad en la pequeña nación centroamericana.
Lo cierto es que los acuerdos redefinieron el mandato de las fuerzas armadas, limitando su accionar a la defensa nacional, negándoles una función en la política o seguridad interna. Asimismo, reconocieron las violaciones de los derechos humanos, propiciaron la separación de poderes y abrieron el camino para crear una policía bajo el control civil.
Bajo el mandato de Bukele, opinan muchos, vuelven a estar presentes algunas condiciones que existían antes de 1992 en El Salvador, que vive un momento de retroceso, con constantes ataques a la democracia.
Bukele y sus aliados han socavado los mecanismos democráticos, han quitado o puesto a su conveniencia a representantes del poder judicial y amenazado a legisladores y miembros de los partidos de oposición, al tiempo que se sigue utilizando al ejército en operaciones de seguridad pública, aunque lo prohíbe el pacto de México.
Aunque todavía hayan temas pendientes y mucho por hacer respecto a la implementación de los acuerdos de paz, es opinión de buena parte de los salvadoreños que lo correcto es seguir trabajando en ese camino y no desmantelar los mecanismos existentes.
Hay sin dudas un incumplimiento de lo pactado hace 30 años. Bukele con su mandato autoritario pone en riesgo garantías y derechos que se lograron para todos los salvadoreños.