El concierto va... a pesar de los odiadores. (Imagen de archivo/RHC)

Por: Roberto Morejón

Si los agresores del grupo musical cubano Buena Fe pretendían acarrear en el archipiélago caribeño una corriente favorable a su embestida en España, deben sentirse derrotados, porque generaron repudio.

Artistas, intelectuales, aficionados a la música del grupo encabezado por el compositor y cantante Israel Rojas y pobladores en general condenaron la acometida física y de palabra contra los intérpretes cubanos, en un lugar público de la ciudad de Barcelona.
 
Los extremistas identificados, integrantes de un minúsculo grupo de fanáticos y adversarios de la cultura y de la civilidad, han sido puestos al desnudo en la mayor de las Antillas, donde muchos respondieron críticamente.
 
Los enrolados en el asalto a la libre expresión de la cultura cubana en territorio español proceden de plataformas intransigentes, en algunos casos asociados al partido de extrema derecha Vox, interesado en echar raíces en América Latina y transmitir sus ideas fascistas.
 
Con ese antecedente, los complotados, exponentes de una minoría de emigrados fanáticos que pretenden arrogarse la voz de todos los cubanos afincados en Europa, lo mismo increpan que asaltan, empujan que vociferan.
 
Su objetivo era impedir conciertos de Buena Fe en España y lograron su propósito en unos casos, pero quedaron irritados al no conseguirlo en otros.
 
Acosaron a dueños de espacios, amenazaron con ataques a inmuebles y calificaron a los músicos, de gran impacto entre los jóvenes cubanos, de lo que llamaron representantes de la dictadura.
 
Como señaló el trovador Silvio Rodríguez, los bárbaros envueltos en el desaire contra la cultura cubana parece que no han escuchado letras de las canciones de Buena Fe, plenas de poesía y de ideas y conceptos inquisitivos.

Israel Rojas expresó en su muro de Facebook que no es un hombre violento, sino aprendiz de compositor que se asemeja un poco a ser poeta, pero con melodías.
 
Una definición demasiado elaborada para ser entendida por los atacantes de origen cubano en España, repelidos por oriundos del país peninsular, y no imitados por la mayoría de los antillanos afincados en la nación de habla hispana.
 
Como lección de los sucesos debe sacarse que los enemigos de la cultura cubana apuestan con todo para impedir su manifestación tanto en Miami, donde ya han logrado la cancelación de presentaciones de múltiples artistas, como en el Viejo Continente.
 
Ahogar la voz de cantantes o quemar libros son expresiones privativas del fascismo.