Incendios en Chile
por Guillermo Alvarado
El pueblo chileno está viviendo en estos días la peor catástrofe sufrida desde el terremoto de febrero de 2010, debido a una serie de incendios forestales en zonas de la región de Valparaíso que aumentaron súbitamente su potencia y arrasaron zonas densamente pobladas en cuatro comunas.
Sectores de Villa Alemana, Quilpué, Limache y algunos de los cerros que rodean Viña del Mar parecen campos de guerra donde no quedó nada en pie. Viviendas pobres o edificaciones sólidas corrieron igual suerte y las calles están llenas de vehículos calcinados luego de una noche de viernes para sábado literalmente infernal.
Las llamas persistieron el sábado mientras se multiplicaban los llamados para evacuar las zonas de riesgo y fue hasta el domingo que algunas familias lograron llegar hasta donde solían habitar con la esperanza de rescatar algo, o constatar que lo perdieron todo.
El panorama es triste, hay más de 120 muertos confirmados, pero las autoridades locales informan de unos 300 desaparecidos. Todo es una lucha contra el tiempo si bien este no es el único lugar siniestrado porque otros 165 incendios azotan a 10 regiones más del país.
No por fuerte, el golpe era inesperado y así lo advirtieron hace meses varios expertos. El año pasado hubo lluvias tardías que hicieron crecer la maleza por encima de los dos metros y cuando retornó la habitual sequía ese material quedó allí, como combustible ideal para cualquier chispa.
Otro factor es el inocultable calentamiento global, un hecho objetivo aunque sujetos como Javier Milei y Donald Trump insistan en negarlo.
La semana anterior una inédita ola de calor elevó los termómetros por encima de los 37 grados en la capital y sus alrededores y lo mismo ocurrió en Valparaíso y otras zonas del territorio chileno.
Si a eso se le suma el viento cálido y seco y los bajos niveles de humedad, así como el indefectible papel de la acción humana y todo quedó listo para la tragedia que hoy conmueve al país.
Si en algo están de acuerdo los expertos, es que casi la totalidad de incendios forestales tienen como denominador común la mano del hombre, sea por ignorancia, accidente, distracción o maldad.
Es decir que no sólo somos los responsables del cambio climático por el modelo insensato de producción y consumo que practicamos, sino que en última instancia provocamos, detonamos los desastres que tan caro pagan nuestros semejantes. Somos la única especie en la naturaleza que voluntariamente destruimos la casa común, el planeta.