Imagen ilustrativa tomada de Reporte Indigo
Por Roberto Morejón
Las guerras judiciales contra personalidades políticas y el envenenamiento de las redes sociales con distorsiones y noticias falsas se enseñorean en los tiempos actuales, y toman como blancos predilectos a miembros de partidos de izquierda y progresistas.
De guerras judiciales muchos saben en Argentina, por lo ocurrido a la ahora exvicepresidenta Cristina Fernández; en Ecuador, por la persecución a Rafael Correa; y en Brasil, donde apartaron a Luiz Inacio Lula Da Silva del ruedo para impedirle participar en unas elecciones.
También ocurrió en Bolivia para allanar el camino hacia el golpe de estado contra el presidente Evo Morales en 2019.
De veneno en las redes saben los españoles, por campañas del extremista Partido Vox, y los colombianos, con motivo de las elecciones regionales del año pasado.
Como ocurre casi siempre, las persecuciones judiciales y la toxicidad en las redes para desbancar contendientes políticos están acompañadas del apoyo mediático.
En México aumentan las denuncias de contaminación en las redes sociales para neutralizar el empuje de la aspirante de la coalición Morena a la presidencia, Claudia Sheinbaun.
Tanto ha sido el frenesí hostil que la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, hará una denuncia ante el Instituto Nacional Electoral, pues cientos de miles de cuentas apócrifas automatizadas, llamadas bots, aluden a ella y al primer Mandatario de la República como figuras vinculadas con el narcotráfico.
El diario La Jornada aludió a una imputación contra un exfuncionario de una alcaldía por gastar un elevado monto de dinero en la promoción de videos para desinformar y mellar las imágenes de Morena, Sheinbaun y la Cuarta Transformación, impulsada por el Jefe de Estado, Andrés Manuel López Obrador.
Tanto dinero invertido en anuncios pagados y mensajes que parten de cuentas simuladas implica cuantiosos recursos que podrían emanar de fuentes ilícitas.
En los países latinoamericanos, donde tales procesos deshonestos ganaron espacio, aumentan los indicios de que la derecha e incluso intereses foráneos recurren a cualquier estratagema para evitar el triunfo electoral de antagonistas progresistas o menoscabar su gestión cuando llegan al gobierno.
Si para hacer política se recurre a audios falsos elaborados con inteligencia artificial, videos sacados de contexto y encuestas desfiguradas, entonces habría que preguntarse si en los torneos electorales se va a imponer el debate de ideas o las campañas negativas y sucias.