Marta Rivera de la Cruz, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid.
Por Guillermo Alvarado
Resulta difícil imaginar que a estas alturas del siglo XXI existan todavía funcionarios europeos capaces de justificar o tergiversar los hechos terribles ocurridos en nuestro continente durante la conquista, el genocidio de sus habitantes y el despojo brutal de sus riquezas.
Sin embargo están allí, algunos en posiciones importantes y dicen disparates con tal facilidad que uno se queda con la duda de, si se trata de ignorancia supina o de una abyección cargada de racismo o, en el mejor de los casos, como reza el título de esta columna, de una abyecta ignorancia.
Tal es el caso de la señora Marta Rivera de la Cruz, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, capital del reino español para más señas, y delegada de Cultura, Turismo y Deporte en esa urbe. También habría que agregar que es una destacada militante del derechista Partido Popular.
Dijo la dama en cuestión que durante la colonia, como todo el mundo conoce a ese oscuro período, España no tenía colonias en América, sino que tenía “virreinatos”, y no contenta con eso aseguró que los súbitos de la corona, o sea los castellanos, jamás practicaron la expoliación en nuestras tierras.
Cuesta imaginar dónde estudió historia, o si lo hizo alguna vez en su vida.
Debería saber, por el cargo que desempeña, que la noche del 12 de junio de 1562 el fraile franciscano Diego de Landa hizo una gigantesca hoguera donde quemó los libros que contenían el conocimiento maya, los llamados códices, en materias como astronomía, matemáticas, agronomía y arte.
Esos textos fueron escritos cuando en Europa muchos pueblos huían, envueltos en pieles de animales, cuando caía un rayo u ocurría un eclipse de sol o de luna, o las mujeres con conocimientos altos, ideas propias o simplemente poseer un gato negro, eran asesinadas por supuesta brujería.
Cómo fue posible, habría que preguntarle a la señora, que sin expoliación sólo cuatro de esos códices existen en la actualidad y tres de ellos están en Europa, en Dresde, París y Madrid, y sólo uno, el Grolier, en su suelo natal, México.
En su memoria selectiva la delegada de Cultura, Turismo y Deporte de Madrid borró los miles de barcos cargados de riquezas que partieron de América rumbo a Europa y financiaron el desarrollo de ese continente, excepto lo que ahora se llama España, que no supo administrar todo lo robado aquí.
Está en Madrid también una colección de arte americano, el Tesoro de los Quimbayas, cultura colombiana ya desaparecida, y que el presidente Gustavo Petro insiste en recuperar para su pueblo. Por cierto, otras 90 piezas de esta colección están en el Museo Field de Chicago, Estados Unidos, donde, por supuesto, nadie piensa en devolverlas jamás.
