Represión a manifestación de trabajadores en 1886, Chicago, Estados Unidos.
por María Josefina Arce
Ciento 35 años después de instituido, el Día Internacional de los Trabajadores continúa siendo en gran parte de los países del mundo una jornada de lucha en reclamo de los derechos laborales y por condiciones dignas de trabajo para todos.
Cada Primero de Mayo hombres y mujeres toman las calles de las principales ciudades, y en este año no ha sido diferente, pues aún perduran las injusticias sociales y laborales a nivel global.
Todavía el mundo no se ha recuperado totalmente de la pandemia de la COVID 19, que profundizó las desigualdades y tuvo una incidencia negativa en el mercado laboral, en el que se perdieron millones de puestos de trabajo y por consiguiente se registró un crecimiento del desempleo.
Aunque en 2023 hubo una cierta disminución en este índice, para el actual año las previsiones no son favorables, pues apuntan a un nuevo repunte, con una tasa de 5,2%. Una situación que, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, afectará primero a los países que enfrentaban un panorama precario antes de la emergencia sanitaria.
El trabajo informal continúa igualmente siendo una constante. Cincuenta y ocho por ciento de la fuerza laboral sigue trabajando en esa condición, en la que no cuenta con contratos de empleo seguro, protección social o representación de los trabajadores.
Y la brecha de género se mantiene, fundamentalmente en los salarios. Es una realidad que las féminas reciben una menor remuneración que los hombres. Una desigualdad que es mayor para las mujeres en situación de discapacidad, con hijos y migrantes.
América Latina presenta un contexto bastante desfavorable. El desempleo juvenil, la informalidad, la pérdida del valor adquisitivo de los salarios y las marcadas diferencias entre hombres y mujeres caracterizan el actual panorama de la región.
Por demás, el trabajo forzoso y la explotación laboral siguen presentes en pleno siglo XXI. De acuerdo con organismos internacionales, millones de personas se encuentran en todo el mundo en trabajo forzoso.
Los servicios, industria, agricultura, construcción y trabajo doméstico son las áreas en las que más se manifiesta esta problemática, que genera beneficios ilegales de 236 mil millones de dólares cada año, ha revelado la Organización Internacional del Trabajo.
Todavía existen grandes desigualdades entre regiones, género y grupos etarios en el ámbito laboral. Al mundo le falta un buen trecho para cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número ocho, referido a un trabajo digno para todos.