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Por Roberto Morejón

Ricardo Martinelli mostró satisfacción al conocer que la Corte Suprema de Justicia de Panamá avaló una decisión del Tribunal Electoral, de permitir al abogado José Raúl Mulino, reemplazar al acaudalado ex presidente como candidato en las elecciones del domingo 5 de mayo.   

Después de prolongados debates que mantuvieron en vilo a la sociedad, el máximo órgano de justicia apuntaló a Mulino, delfín de Martinelli, quien se apartó del ruedo político hacia las urnas, por estar condenado a una pena de cárcel.

En efecto, el polémico ex Jefe de Estado fue sentenciado por blanqueo de capitales y recibió asilo en la embajada de Nicaragua.

Martinelli autorizó a su allegado a asumir la candidatura de los partidos Realizando Metas y Alianza, tras lo cual el sustituto usó el lema “Mulino es Martinelli”.

Mulino promete que regresarán a Panamá lo que calificó de “buenos tiempos”, y desestima las alegaciones de una abogada que sustentó que su  candidatura no fue sometida a votación en elecciones primarias.

En medio de tanta controversia, las encuestas señalan a Mulino como receptor de la mayor intención de voto, en una contienda con ocho candidatos, mayoritariamente de derecha.

Cualquiera que sea el victorioso, enfrentará serios problemas, como el de la declinación de las aguas en las esclusas del Canal de Panamá y el paso furtivo de miles de migrantes por la peligrosa selva del Darién.

Panamá todavía sufre las consecuencias de protestas masivas en junio de 2022 por el alto costo de la vida y entre octubre y noviembre de 2023, por un contrato para la extracción de cobre que luego fue declarado inconstitucional.

Además de 4 mil trabajadores que quedaron sin empleo, en Panamá sumaban 155 mil las personas sin ocupación fija en 2023 mientras que 47 por ciento de los que trabajaron en ese período lo hicieron desde la informalidad.

Panamá resiste una desaceleración económica, con un previsible crecimiento modesto de 2,5% para este año, y es uno de los países más desiguales de la región y del planeta, según el Banco Mundial.

Si bien existe la extendida imagen de un Panamá plagado de rascacielos, es menos perceptible la otra sobre la pobreza de un tercio en zonas rurales y dos tercios en las indígenas.

Una realidad de la que poco se habla.