Joseph Biden y Kamala Harris

por Guillermo Alvarado

Como se había previsto en comentario anterior, el fin de semana fue clave para definir la renuncia del presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, a mantener su candidatura a la reelección, quien por fin hizo caso a un clamor cada vez más fuerte dentro de su partido y dio un paso al costado.

Terminó así una etapa de incertidumbre, lo cual no significa en modo alguno que hoy día reine la tranquilidad, sino todo lo contrario pues ahora se abrió el debate acerca de cuál es la figura adecuada para vencer a Donald Trump en la pedregosa ruta hacia la Casa Blanca.

En lo que quizás fue su último acto ejecutivo de importancia, Biden abanderó a su vicepresidenta, Kamala Harris, para continuar la campaña, pero en la práctica eso no significa una nominación inmediata pues la decisión no la toma el Despacho Oval, sino la Convención del Partido Demócrata.

Para que se tenga una idea, prácticamente todos los personajes importantes en esa agrupación política saludaron la decisión del aún presidente de bajarse de la carrera, pero no todos expresaron un apoyo decidido a favor de Harris.

Por ejemplo, el expresidente William Clinton y su esposa, Hillary, dijeron que pondrán todo su empeño para apoyarla en la contienda electoral.

Sin embargo, Barak Obama saludó el gesto de Biden y lo calificó como un patriota capaz de liderar al país en tiempos peligrosos, pero se abstuvo de mencionar a la vicepresidenta como sustituta natural en este proceso.

“Navegaremos en terreno desconocido en los próximos días, pero tengo una confianza extraordinaria en que los líderes de nuestro partido serán capaces de crear un proceso del que surja un candidato sobresaliente”, dijo Obama.

Es una realidad que el papel de Kamala Harris durante estos tres años y medio fue opaco y no representó un peso decisivo en un problema clave, como es el flujo migratorio desde el sur hacia el norte del continente y la gestión de la candente frontera con México, que empeoró mes a mes.

Otros nombres que se mencionan como eventuales sustitutos de Biden son los de Gavin Newsom, gobernador del estado de California, quien viene haciendo una campaña indirecta desde hace varios meses.

Se le suma Gretchen Whitmer, quien dirige Michigan donde hay tres sectores fuertes del voto demócrata: los obreros, los afro-estadounidenses y los árabes.

Especial atención tiene Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, un estado que puede decidir la elección  por la cantidad de delegados que aporta.

No es sólo un dicho popular la frase de que, si alguien va a ser presidente de Estados Unidos, tiene que ganar en Pensilvania. Vienen días críticos en la potencia norteña, que seguiremos, amigos, con máxima atención.