Ataque israelí al Líbano. Imagen:rtve

por Guillermo Alvarado

Como si no fuera suficiente el genocidio cometido contra la población palestina en la Franja de Gaza, el Estado sionista de Israel perpetró esta semana una nueva infamia, esta vez en Líbano, donde explotaron aparatos de comunicación en poder de miembros del grupo Hezbollah.

Como resultado de este inédito ataque hay más de 30 muertos y miles de heridos pues los artefactos detonaron en los más diversos sitios, como mercados, tiendas, calles y hogares y está confirmado que entre los fallecidos hay por lo menos dos niños.

La acción es atribuida por diversas fuentes, incluso en Estados Unidos, a los servicios especiales israelíes, el Mossad, pero por lógica deben estar involucrados numerosos actores, incluidos parte de aquellos que vendieron, embalaron y entregaron los beepers y radios en Líbano.

Como es su costumbre cuando ocurre algo así, Washington se apresuró a negar su participación, algo que casi nadie cree dados los estrechos vínculos entre la potencia norteña e Israel, que incluyen por supuesto una íntima cooperación de inteligencia, además de logística, militar y económica, entre otras ramas.

El vocero del departamento norteamericano de Estado, Matthew Miller, fue el encargado de salir a dar la cara ante la prensa, casi al mismo tiempo que el diario The New York Times publicó un artículo dando detalles de la operación, supuestamente obtenidos en tiempo récord, algo curioso.

Pero Miller fue un poco más allá y dijo una de esas frases que caracterizan a la perfección la hipócrita política exterior de Estados Unidos.

Señaló que su gobierno lamentaba las dificultades adicionales que este nuevo incidente tiene para lograr un cese al fuego en el Oriente Medio y al mismo tiempo, ojo con esto, dijo que los miembros de Hezbollah “son objetivos legítimos para que los países lancen operaciones contra ellos”.

Este sujeto es vocero del equivalente a un ministerio de Relaciones Exteriores en la mayor potencia militar y económica del mundo, por lo tanto se supone que está muy bien informado y sabe que entre las víctimas en Líbano hay niños y civiles heridos y dos menores de edad muertos.

¿Son estas personas “objetivos legítimos” para ser atacados? ¿Lo son también los más de 20 mil niños y mujeres masacrados en Gaza?

No cabe ninguna duda de que Israel cruzó la línea que separa la decencia de la infamia y evidentemente no está solo en este trayecto. Los días que vienen servirán para saber quiénes más lo acompañarán y quiénes se mantienen todavía dentro del sector de los humanos.