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Por Roberto Morejón

Una justa oleada de reprobación obtuvo el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, al proferir amenazas sobre lo que considera un regreso de su país al control del Canal de Panamá.

Como parte de su anunciada política exterior beligerante y que pisoteará principios insoslayables, el republicano dijo que la potencia del Norte debería reafirmar el control de la vital vía fluvial porque en su criterio Panamá cobra tarifas altas por su uso.

La fanfarronería de Trump fue impugnada por el presidente de ese país, José Raúl Mulino, quien subrayó que cada metro cuadrado del Canal y su zona adyacente es de Panamá y lo seguirá siendo”.

“La soberanía y la independencia de nuestro país no son negociables”, añadió Mulino.

La andanada del exprimer mandatario de la gran potencia despertó además lógicas manifestaciones de rechazo en sectores políticos, sindicales y sociales de Panamá.

Gobiernos como los de Colombia, Nicaragua, Venezuela y Chile reprobaron el envanecimiento del magnate inmobiliario, quien lo argumentó igualmente con su obsesión anti-China, pues desde su óptica Beijing extiende su influencia en América Latina.

Hay que detenerse en el contenido expansionista del engreimiento de Trump, quien además aseveró que Estados Unidos debería ser dueño de Groenlandia, hoy bajo el dominio de Dinamarca, una idea expuesta en su primer mandato.  

Semanas atrás, el próximo inquilino de la Casa Blanca pronunció otras diatribas sobre Canadá, al cual amenazó como a México de imponerles altos aranceles a sus productos, ante lo que él describe como poca colaboración en la esfera migratoria.

Miembros del equipo del presidente electo trataron de atenuar el impacto de sus declaraciones hostiles hacia otros países, al recordar que su jefe defiende las políticas de lo que llama “Estados Unidos primero”, el lema con el que calza sus campañas.

Analistas subrayaron que con sus afrentas, Trump evidencia su afán de utilizar el poderío de su país como una herramienta de presión para obtener concesiones.

Como es usual, además, el próximo primer mandatario ignora sentimientos nacionalistas, como los de los latinoamericanos y caribeños, en el sentido de reconocer la plena soberanía panameña del Canal y el histórico logro del entonces presidente Omar Torrijos, en la recuperación de la vía interoceánica.