Por: Guillermo Alvarado

Luego de una intensa campaña, matizada por la guerra sucia de la derecha basada en mentiras y rumores, comienza este jueves un período de reflexión para la población de Bolivia previo al referendo del domingo venidero, cuando se decidirá si el presidente del país, Evo Morales, y su vicepresidente, Álvaro García Linera, tienen la posibilidad de postularse una vez más para su cargo.

El cierre de la contienda proselitista estuvo afectado por un acontecimiento dramático, cuando desconocidos atacaron e incendiaron la municipalidad de la ciudad de El Alto, donde murieron seis funcionarios ediles y varios resultaron con heridas.

Las autoridades iniciaron de inmediato una investigación para dar con el paradero de los responsables y se comenta ya de algunos detenidos, sin descartarse la posibilidad de que se pudiera tratar de un autoataque, instigado por la derecha, para empañar la consulta popular.

El presidente Morales expresó su solidaridad con los familiares de las víctimas y exigió una acción seria y decidida para detener a los autores materiales e intelectuales, mientras el Órgano Electoral Plurinacional condenó la violencia y aseguró que se mantendrá el calendario de la consulta popular.

El acto de cierre de campaña por el SÍ a la modificación de la Constitución para permitir una vez más la candidatura del jefe de Estado a la máxima magistratura, se desarrollo en la conocida Avenida Costana, en el sector sur de La Paz, con la asistencia de miles de simpatizantes.

La inusitada campaña por el no estuvo centrada en ataques de tipo personal contra la figura del primer mandatario, lo que da una medida de la angustia de la derecha nacional e internacional ante la continuación de un proyecto que permitió rescatar a la nación y devolverle un lugar en la comunidad mundial.

Tras ser un país de cuarta o quinta categoría, Bolivia se convirtió en un actor importante a nivel regional y extra regional, se transformó en eso que, si se tratase de un gobierno afín a Estados Unidos, los políticos y economistas aclamarían como “un milagro económico”, término que en este caso se cuidan mucho de utilizar.

Cuando el resto del mundo se desplomó y regiones poderosas, como la Unión Europea, estuvieron al borde del colapso, la nación andina mantuvo un obstinado crecimiento en todos sus indicadores, como el Producto Interno Bruto, la tasa de creación de empleos, atracción de inversión extranjera, nivel de consumo interno, creación de infraestructura, incremento de reservas y de sus exportaciones.

Las mismas instituciones multilaterales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, debieron rendirse ante la evidencia y dirigir elogios, aún de mala gana, a la eficiente administración de Evo Morales y su equipo de trabajo.

Lo que ahora pretenden, la derecha y Estados Unidos, es apropiarse de un país en pleno desarrollo, de una economía en expansión y de unos recursos que ya demostraron su capacidad de generar enormes riquezas.

Mucho que reflexionar tiene en estos días la población boliviana, en vísperas de una batalla más en la larga guerra de nuestros pueblos contra la opresión y la hegemonía del imperio norteño.