por María Josefina Arce
CUBAINDUSTRIA 2016 ha demostrado ser un espacio idóneo para la concertación de negocios y proyectos entre empresas cubanas y foráneas, que darán sin dudas, un impulso considerable a los planes de Cuba de modernizar su industria en aras de una economía próspera y sostenible.
Con Rusia los proyectos conjuntos marchan positivamente y son grandes las perspectivas de negocios entre las dos naciones. En la actualidad el gigante euroasiático tiene una intensa participación en iniciativas relacionadas con la esfera energética, el transporte y el abastecimiento de talleres encargados de procesos de mantenimiento.
Destaca la capacitación en una universidad rusa del personal de Antillana de Acero, la mayor siderúrgica cubana, con vistas a su renovación y ampliación de capacidades.
Para septiembre está prevista la partida de los primeros 10 ingenieros cubanos a formarse como Máster en distintas especialidades, proceso que se mantendrá hasta 2018.
Existen también proyectos concretos como la construcción de un bloque generador de 200 megawatts en la central Máximo Gómez, ubicada en el Mariel, anexa a la Zona Especial de Desarrollo, y otros tres de la misma potencia en la Termoeléctrica del Este de La Habana.
La suma total de 800 mw implica una fuerte inyección en la capacidad de generación eléctrica instalada en Cuba.
Asimismo existe un acuerdo de suministro de camiones Kamaz por un valor de poco más de 150 millones de dólares.
Con China también presente en el evento, que sesionará en La Habana hasta este viernes, han sido igualmente muy fructíferos los intercambios. Entre los primeros proyectos conjuntos con el gigante asiático se concretarán los referidos a la modernización de los poligráficos, la fabricación de paneles fotovoltáicos y la producción de electrodomésticos, en particular de televisores.
Durante el presente año, se ha avanzado también en la cooperación en cuanto a maquinarias para el desarrollo agrícola. Ambas naciones han suscrito un contrato para suministrar a Cuba 317 equipos, de los cuales se ha entregado, hasta el momento 14 y los restantes arribarán a la Mayor de las Antillas en el transcurso del año.
Para el futuro ambas partes están empeñadas en cooperar en la fabricación de equipamiento médico; además de la creación de empresas mixtas para la producción de acero inoxidable, vidrio y objetos de primera necesidad. Para las autoridades cubanas, la cita, que reúne a empresarios de más de 200 empresas locales y extranjeras, ha logrado sus objetivos al facilitar intercambios profesionales, la presentación de novedosos productos y servicios, así como el avance de negociaciones para trabajos conjuntos con firmas de otras naciones que coadyuvarán al desarrollo de la industria cubana y por tanto, al aumento de la producción local y la sustitución de las importaciones.
A la hora de enfrentar estas medidas, el empleado quedará sólo frente a los patronos, pues las organizaciones gremiales no podrán intervenir en estas decisiones.
Numerosos líderes sindicales o de partidos políticos señalaron que se trata de un programa al más puro estilo neoliberal que ni siquiera el anterior gobierno del conservador Nicolás Sarkozy se atrevió a implantar en esa nación.
Si bien Hollande llegó a la presidencia con la oferta de estabilizar la economía, incrementar el empleo y conservar las garantías laborales, en la práctica la situación en toda la Unión Europea lo desbordó y todos sus programas comenzaron a tomar otro rumbo, para favorecer al capital privado.
El momento es complejo para el mandatario, pues faltan apenas unos 10 meses para las elecciones presidenciales y está en juego la posibilidad de que se postule para la reelección, una circunstancia que parece poco probable ante el crecimiento del descontento por sus políticas económicas.
Los problemas internos del país fueron aprovechados por el ultraderechista Frente Nacional, que dirige Marine Le Pen, que ha ganado terreno sobre todo entre los jóvenes y los desempleados con un discurso duro contra los inmigrantes y las políticas de la Unión Europea.
En una situación de extrema tensión, ni siquiera el poderoso distractor del fútbol, deporte más seguido en Francia, logró aplacar la protesta por un proyecto que el 70 por ciento de la población rechaza y cuya denuncia ha logrado una estrecha unión entre los principales sindicatos y partidos políticos progresistas, una buena noticia en estos tiempos