El asesinato de Orlando Letelier y las agencias de espionaje de los Estados Unidos

Edited by Maria Calvo
2017-09-21 12:36:32

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por José Luis Méndez

La tristemente célebre Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, acaba de cumplir setenta años, durante esas siete décadas ha urdido y ejecutado cientos de asesinatos políticos contra figuras prominentes de todos los continentes, que constituyeron obstáculos para los objetivos políticos de las administraciones de turno.

El 21 de septiembre del 2017 se cumplen 41 años del asesinato en la capital de los Estados Unidos, del político chileno Orlando Letelier del Solar, víctima de una conspiración de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile, con terroristas cubanos, asentados en territorio estadounidense como ejecutores, y el conocimiento cómplice de agencias de espionaje de ese país.

La muerte de Letelier y de su asistente la joven estadounidense RonniKarpenMoffitt, de 26 años, está considerado como una de las atrocidades de la Operación Cóndor. En este crimen tuvieron participación directa los terroristas de origen cubano Guillermo Novo Sampol, José Dionisio Suárez Esquivel, Virgilio Paz Romero y Alvin Ross, todos del fascista Movimiento Nacionalista Cubano, MNC.

La CIA y el FBI también son cómplices en este crimen. Las evidencias que se poseen permiten establecer que este acto alevoso pudo impedirse si hubiese existido la voluntad de esas agencias. Muchos años después del asesinato se conoció, según documentos desclasificados, que la CIA siguió los pasos de Orlando Letelier desde 1961, cuando según sus propios datos asistió junto a Salvador Allende a los festejos por el 1ro. de Mayo en La Habana.

Este control se mantuvo durante toda esa década cuando Letelier residió en los Estados Unidos y ocupó altos cargos en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington. Después, cuando fue nombrado el primer embajador de la Unidad Popular en ese país y finalmente en 1974 al llegar nuevamente como exiliado después del golpe de la Junta Fascista.

En todo este largo periodo, la CIA armó un voluminoso expediente, con el seguimiento de Letelier, al cual rotuló con el número 0881118, que contenía reseñas biográficas, perfiles sicológicos, estilos de vida y detallados informes de sus movimientos. El seguimiento de la CIA a Letelier llegó a ser tan meticuloso que en un documento desclasificado elaborado el 18 de noviembre de 1975 expresaba: «La familia (Se refería a su esposa y a sus cuatro hijos) tiene un perro ovejero inglés que atiende al nombre de «Alfie» y al que renunciarán cuando deban trasladarse a la residencia de la embajada».

Según la documentación, durante su etapa de exilio la CIA espiaba también su activa participación en las iniciativas internacionales contra el régimen de Augusto Pinochet, cuando se convirtió en uno de los miembros más destacados de la oposición en el extranjero. Tres meses antes de su asesinato, el propio dictador chileno, según otro desclasificado de la CIA de 8 de junio 1976, se quejaba ante el entonces Secretario de Estado Henry Kissinger, por el amplio acceso alcanzado por Letelier ante el Congreso.

Con este control, resulta inexplicable que los servicios secretos estadounidenses no hayan detectado la madeja de la conspiración para asesinarlo en su propio territorio. Evidencia de este seguimiento, es el último documento añadido por la CIA al expediente personal de Letelier, que tiene fecha 16 de septiembre de 1976, solo cinco días antes del asesinato.

El 3de agosto de 1976, el Secretario de Estado Henry Kissinger, había sido informado sobre la existencia de la Operación Cóndor, que permitía a la Junta Chilena y a otras dictaduras del Cono Sur, operar más allá de sus fronteras para exterminar a enemigos políticos.

La CIA se mantuvo impasible. En la tarde del día 20 septiembre, pocas horas antes del asesinato, el subsecretario de Estado Harry W. Shlaudeman indicó a su embajador en Buenos Aires, quien tendría una reunión con el dictador Rafael Videla: «que no emprendiera ninguna acción, pues en las últimas semanas no hemos recibido informes que indiquen una posible voluntad de poner en funcionamiento el Plan Cóndor».

Inmediatamente después del asesinato comenzaron a pulular distintas versiones sobre los conspiradores del crimen, una de ellas intentaba convencer que había sido obra de elementos de izquierda para crear un mártir y poner al gobierno chileno en un aprieto. La CIA negaba aún el 1ro. de noviembre de 1976: «Ningún agente de la Junta Militar Chilena tomó parte en el asesinato de Letelier». Lo anterior fue expresado por el entonces Director de la CIA George H.W. Bush en una entrevista con el Secretario de Estado Henry Kissinger. 

En octubre de 1976 la Casa Blanca le había solicitado a esa agencia, que ocultó detalles útiles del caso al Departamento de Justicia. Un año después, la CIA y el FBI identificaron a la DINA y a la Operación Cóndor como principales sospechosos.

El FBI también tuvo información anticipada de los planes conspirativos de los conjurados. En particular seguía de cerca los movimientos de los terroristas de origen cubano, en su mayoría fichados por esa agencia debido a sus antecedentes delictivos. Desde finales de diciembre de 1974, el espionaje interno estadounidense conocía que Guillermo Novo Sampol, José Dionisio Suárez y Virgilio Paz, actuaban al servicio de la DINA.

De este control da fe el Documento Secreto M.185-29  FBI del 5de enero de 1975, en uno de sus fragmentos indica: «Informantes de la policía local han revelado que Guillermo Novo estuvo recientemente en Chile, viajando con un pasaporte y documentos de identidad falsos brindados por el gobierno chileno y el propósito de su viaje a Chile fue conferenciar con Orlando Bosch Ávila, exiliado cubano terrorista y fugitivo federal. Se rumora que Novo y Bosch han firmado un acuerdo en virtud del cual llevarán a cabo actividades terroristas y esperan que el dinero y el equipamiento sea brindado por el gobierno de Chile».

En el Memorando del Agente Especial a Cargo de Newark, New Jersey, dirigido al Jefe del FBI del 2 de mayo de 1975 indicaba: «Dos agentes encubiertos del FBI alertaron que en diciembre de 1974, Guillermo Novo realizó un viaje a Santiago de Chile donde se reunió con Orlando Bosch, de la organización Acción Cubana y supuestamente también con representantes de la Junta Militar chilena. Estas fuentes tenían entendido que Guillermo Novo viajó con un pasaporte falso y que es posible que haya sido un pasaporte chileno».

En el Documento secreto titulado Cable nro. 009 MM Code, calificado como confidencial-urgente a las 3:44 p.m. del 6 de junio de 1975, dirigido al director del FBI, con atención a la división de Inteligencia indicaba: «Con anterioridad se ha informado que Héctor Durán, agregado cultural chileno que reside en Miami, Florida, alegó que es un agente de inteligencia del gobierno chileno. También se han informado los detalles de reuniones clandestinas previas celebradas con Durán en Miami».

Más adelante el mismo texto citaba:«Guillermo Novo y Dionisio Suárez Esquivel estaban en Chile; que estas dos personas y Orlando Bosch hablaron con el gobierno chileno con relación al apoyo del gobierno chileno a actividades terroristas» «Novo y Suárez son miembros de grupos anti-Castro en las zonas de New York y New Jersey. Orlando Bosch es un fugitivo federal, violador de la libertad bajo palabra, habiendo sido condenado en EE.UU. por actividades terroristas».

«El gobierno chileno brindará a este grupo toda la protección diplomática de que dispone, la cual incluirá asilo en embajadas chilenas si algún miembro está en peligro de arresto. Dijo que su objetivo común es la destrucción del régimen de Fidel Castro».

Los párrafos referenciados muestran el seguimiento diario que tenían la CIA y el FBI de los participantes en el asesinato de Orlando Letelier. Resulta sospechoso cómo lograron hacer detonar una bomba en medio de Washington a plena luz del día, en la llamada avenida de las Embajadas, muy cerca de la Casa Blanca y que en ese brutal acto de terror murieran Orlando Letelier y Ronni Moffitt, una joven estadounidense, con el aparente conocimiento de las agencias de espionaje estadounidenses. Algunos de estos ejecutores permanecen impunes ante este y otros crímenes.

 

(Granma)



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