Por Pedro M. Otero Cabañas

Ningún otro tema ha ocupado por estos días con tal prominencia los titulares de los medios de prensa de todo el Mundo, como el de los incendios en la Amazonía, una selva que se extiende por una vasta región de la parte central y septentrional de América del Sur.

Se trata del bosque tropical más extenso del planeta.​ Su extensión llega a los 7 millones de km²,  repartidos entre nueve países, de los cuales Brasil y Perú poseen la mayor extensión. Le siguen Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guayana Francesa y Surinam.

La Amazonía sobresale por ser una de las regiones con mayor biodiversidad. Produce el 20 por ciento del oxígeno y  posee igual cifra de las reservas de agua dulce del planeta. Tan vital para la vida es la Amazonía, que  en noviembre de 2011 fue declarada una de las siete maravillas naturales del mundo.

En esa fabulosa región se han detectado casi 80 mil focos de incendios en lo que va de año. Todos ellos son resultado de una mezcla de factores, entre estos el Cambio Climático, que genera sequías prolongadas, aridez y resequedad en los suelos, así como de débiles políticas de los gobiernos con territorrios en la Amazonía, en particular del de Brasil, que privilegia a corporaciones madereras y a empresarios ganaderos, responsables de talas indiscriminadas en  vastas extensiones de bosques, en un abusivo y enriquecedor  negocio que desprecia el medio ambiente y a las etnias aborígenes de la región, obligadas a emigrar o desaparecer al ser privadas de sus tierras.

Líderes mundiales, gobiernos y  personalidades se han sumado al llamamiento mundial por la protección de la Amazonía.  En medio de una crisis climática internacional, no podemos permitir que se produzcan más daños en una importante fuente de diversidad y oxígeno, advirtió en Twitter el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

Artistas brasileños, como el reconocido compositor e intérprete Caetano Veloso, la actriz Maité Proenza, el estadounidense Leonardo di Caprio, el puertorriqueño Ricky Martín y decenas de personalidades sociales han levantado sus voces en reclamo de la implementación inmediata de políticas que preserven la Amazonía. A este reclamo se sumó el Papa Francisco. "Llamo a interesarnos por los incendios  que desvastan la Amazonía. Pidamos, con el compromiso de todos, que se puedan extinguir lo antes posible los incendios que afectan ese pulmón forestal vital para nuestro planeta", dijo el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
 
Pero no sólo se quema hoy la selva amazónica. Cientos de incedios devastan o ya han convertido en cenizas grandes extensiones de bosques en todo el mundo. Más de 500.000 hectáreas de bosques y pastizales en la Chiquitanía de Santa Cruz, Bolivia, sufren la misma tragedia. En la isla española de Gran Canaria un poderoso incendio, con llamas de hasta 50 metros de altura, consumió cerca de 12.000 hectáreas.

Desde hace al menos dos meses un gigantesco incendio forestal afecta a los bosques de Siberia. Según las autoridades rusas, se han quemado casi tres millones de hectáreas, incluidas áreas al norte del Círculo Polar Ártico. Zonas bosocosas de Africa y Asia han sido también pasto de las llamas, en una noria que parece tocar con sus aspas a todo el planeta.

El frágil equilibrio que mantiene la unidad del planeta está siendo sometido a fuerzas extremas a causa de una desarreglada sociedad mundial, que consume de forma irracional las riquezas naturales, produce anárquicamente y consume sin medidas los bienes que crea.

Tal estado de caos provocado por el Hombre deberá cesar si queremos presevar este bello planeta, hogar de todos los seres que hoy conviven en una armonia no siempre feliz.