Por: Martha Gómez Ferrals
La Habana, 5 sep (RHC) Como un combate verdaderamente resuelto y heroico calificó años después el líder de la Revolución, Fidel Castro, el levantamiento armado protagonizado por combatientes del Movimiento 26 de Julio, algunos oficiales y miembros de la Marina de Guerra y pueblo en general de la ciudad de Cienfuegos, el cinco de septiembre de 1957.
Próximos a conmemorar otro aniversario de los sucesos de aquel amanecer glorioso, hace 62 años, los cienfuegueros de hoy volverán a hacer la peregrinación desde el parque José Martí hasta el cementerio donde reposan los restos de los héroes masacrados por la dictadura, partícipes en una acción que permitió la toma de Cayo Loco y otros enclaves de una urbe que, enardecida, respaldó a los revolucionarios, luchó con valentía y vivió en pleno 24 horas de libertad.
Un lapso de tiempo de apariencia muy efímera ahora, pues cierto es que no se pudo afrontar la embestida de la tiranía, con todo su poder y saña. Pero fue también una jornada que dio medida del apoyo de la población a la lucha que se libraba desde las montañas de la Sierra Maestra, al mando de Fidel Castro.
A pesar de las decenas de muertos, heridos y mutilados que causó la represión batistiana y la corta duración de los resultados de tal coraje, el acto en sí mismo constituyó un triunfo moral incalculable y alcanzó singular resonancia nacional.
Por tal motivo el dictador hizo todo por diezmar, golpear y desarticular al M-26-7 y sus acercamientos a otras fuerzas progresistas en Cienfuegos, y esto más tarde se hizo sentir.
El alzamiento de la bien llamada Perla del Sur, al final solitario, debió formar parte de una cadena de acciones a nivel nacional que contemplaban asaltos al Palacio Presidencial y Estado Mayor de la Marina de Guerra en La Habana, combates en Santiago de Cuba y este propio territorio centro-sureño.
Solo los implicados de este último punto no pudieron recibir a tiempo la orden de posposición del alzamiento y la ejecutaron, según lo previsto aquel día cinco del noveno mes.
Inicialmente la acción se iba a efectuar en abril, luego se precisó el 28 de mayo. Sin embargo, hubo que posponerla, primero por fallas técnicas y luego por delaciones que añadían peligros a la vida de sus ya arriesgados participantes y la eficacia del propio emprendimiento combativo.
Julio Camacho Aguilera, entonces designado jefe militar de un grupo de oficiales en esa localidad, se encontraba al frente de esa audaz iniciativa que perseguía tomar la ciudad en pleno, además de la policía marítima, las estaciones de radio y comunicación y el cuartel de la Guardia Rural.
El resultado fue que conquistaron sitios claves en acciones que transcurrieron casi todo el día. Y pudo disfrutarse la dicha de ver la ciudad en manos de genuinos patriotas.
Fidel, en el discurso por el XX Aniversario del levantamiento en Cienfuegos, enunció:
“Nadie es capaz de imaginarse la extraordinaria ayuda que habría significado para los combatientes de la Sierra Maestra el alzamiento programado para el 28 de mayo y la apertura de un segundo frente guerrillero en las montañas del Escambray.
“(…) el hecho del levantamiento de Cienfuegos significó un aliento moral extraordinario para los combatientes de la Sierra Maestra. Ya la tiranía no podía continuar hablando de la unidad de sus fuerzas armadas. Es conveniente señalar que este fenómeno que se produce en Cienfuegos es sumamente interesante, porque indiscutiblemente que la tiranía se mantenía apoyada en las fuerzas armadas.
“No pudimos mantener entonces el Cayo, no pudimos mantener el Colegio San Lorenzo, ni el Ayuntamiento, ni el parque Martí, ni la ciudad…No lo tomamos entonces, pero lo tomamos después, y lo tiene nuestro pueblo ahora definitivamente y para siempre. Y hoy somos dueños de nuestra Patria, no solo porque supimos conquistarla, sino porque supimos también defenderla digna y heroicamente”, sentenció el líder cubano.
Solo el agotamiento total de las municiones, al filo de la medianoche, hizo que los revolucionarios concluyeran sus combates. Ocurrió lo inexorable. Los esperaba una ola de torturas, asesinatos y persecuciones muy similar a las que el tirano acostumbraba desplegar contra los rebeldes en todo el país.
El reciente crimen de los hermanos Frank y Josué País, connotados dirigentes del M-26-7, junto a otros hermanos de lucha, en Santiago de Cuba, eran ejemplos de los zarpazos de la bestia.
Hoy, muchos lugares en Cienfuegos, la bella urbe que mira serena al Caribe, recuerdan la acción, como el antiguo Colegio de San Lorenzo, uno de los escenarios principales, hoy llamado Escuela Secundaria Básica 5 de septiembre. También la memoria de todos revive hoy aquellos hechos.
Septiembre se abre paso con solemnidad, homenaje, recogimiento y también gran orgullo y regocijo para los cienfuegueros y todos los cubanos. Nadie olvida la jornada en que por primera vez, luego del inicio de la lucha a mediados del siglo XX, una ciudad cubana en armas vivió de cerca la libertad, a un precio sublime. (Fuente: ACN)