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Por Pedro Martínez Pírez

Apoyándose en el principio martiano de que la mejor medicina no es la que cura, sino la que precave, y enfrentándose a una pandemia que golpea duramente al mundo, Cuba acaba de anunciar favorables indicadores de salud durante el pasado año.

En un año marcado por la Covid-19 y por el incremento incesante de un genocida bloqueo yanqui, Cuba ha logrado una mortalidad infantil de 4,9 por cada mil niños nacidos vivos, el segundo más bajo del continente.

Solamente Canadá en las Américas ostenta mejores indicadores de mortalidad infantil que Cuba en el 2020, con 4,29.

Pero Estados Unidos, cuyo gobierno aplica una criminal política de bloqueo contra Cuba, tuvo una mortalidad infantil superior a la pequeña nación antillana, con un porcentaje de 5,26 fallecidos por cada mil niños nacidos vivos, según estadísticas oficiales reflejadas en Internet.

A pesar de la situación epidemiológica del mundo, que repercute también en Cuba, el país cerró el año sin reportar muertes maternas ni de infantes a lo largo y ancho de todo el archipiélago caribeño.

El Ministerio cubano de Salud Pública anunció que durante el pasado año nacieron 105 mil 30 niños, y recordando nuevamente a José Martí diríamos que ellos constituyen la esperanza del mundo.

Cuba, pequeña nación que durante el año desempeñó un reconocido papel solidario con otras naciones de América y el resto del mundo en el enfrentamiento a la pandemia de la Covid-19 , ostenta con orgullo muy buenos resultados también a lo interno.

Para el gobierno que finaliza su mandato en Estados Unidos dando sus últimos zarpazos contra Cuba, entre ellos una feroz campaña contra la cooperación médica cubana, los logros de la Mayor de las Antillas en cuanto a mortalidad infantil, constituye una nueva y flagrante derrota.