Beirut, 17 may (RHC) Convertido en ruinas por la guerra civil libanesa de 1975-1990, una de las tantas a las que sobrevivió con muestras de unos cuantos recuerdos en su estructura, El Huevo de Beirut vuelve a estar en peligro por planes de urbanización.
El antiguo cine, de forma oval y destruido parcialmente, resalta en medio de inmuebles fríos e impersonales reconstruidos por la sociedad Solidere.
Desde su inauguración en 1965 pasó por diferentes denominaciones: la Gota, el Champiñón, el Domo hasta la actual de El Huevo.
El diseño corrió a cargo del arquitecto libanés Joseph-Philippe Karam quien, para orgullo nacional, estudió en el país de los cedros y concibió otras construcciones modernistas que mantuvieron el sello de lo autóctono frente a la necesaria, pero destructiva industrialización.
En su interior, cenizas, impactos de bala y restos de lo que fue una sala de exhibiciones de un gusto exquisito.
Su verdadero nombre es "Domo del Centro de la Ciudad" y sirve aún como lugar de reunión de manifestantes antigubernamentales o de personas sin hogar que lo utilizan como refugio.
Hoy vive otra vez la amenaza de ser demolido, sin que tomen en cuenta el simbolismo de una de las pocas reminiscencias de los bombardeos y combates que más de una vez aterrorizaron a toda la ciudad.
Es más que un edificio, es una marca de identidad beirutí, por lo que vale la pena luchar en contra de lo que han llamado "Dubaificación" de la capital libanesa, en referencia al impresionante modernismo de Dubai, aunque carente de personalidad árabe.
El Huevo, apodo más común entre los libaneses para el inmueble, forma parte de esas construcciones únicas que comienzan a desaparecer de Beirut.
De hecho, es el último de su género en el centro de la ciudad, después que el proyecto urbano de Solidere arrasó con otras edificaciones históricas dañadas por los conflictos armados.
Los beirutíes se aferran a ese testigo arquitectónico para no olvidar un pasado tormentoso al que nunca quieren regresar. (Fuente: Prensa Latina)