Foto: Prensa Latina.
París, 7 dic (RHC) Rejuvenecida en sus más de ocho siglos de historia, la catedral Notre-Dame de París reabrió hoy oficialmente sus puertas con adornos esencialmente de estilo gótico en una ceremonia que atrajo a mandatarios y personalidades de varios continentes.
Transcurrieron más de cinco años desde aquel fatídico 15 de abril del 2019, cuando un voraz incendio —cuyas causas siguen sin esclarecerse— estuvo a escasos minutos de destruir el templo declarado en 1991 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, testigo de acontecimientos como la Revolución Francesa y la coronación de Napoleón.
Notre-Dame regresa como un símbolo indiscutible de la Ciudad de la Luz, y en su resurrección resulta más que merecido el homenaje a aquellos incansables y heroicos bomberos que la salvaron y a los artesanos y otros trabajadores que le devolvieron su esplendor.
En la reinauguración de la catedral casi bañada por el también patrimonial río Sena, un documental recordó las duras imágenes del asalto de las llamas, que derribaron la aguja de 93 metros de altura diseñada por el arquitecto autodidacta Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc, y las posteriores labores de reconstrucción.
Afuera, una muchedumbre desafiaba la fría y lluviosa noche parisina para robarle algún instante de protagonismo a la vieja dama de estampas góticas, pero un estricto dispositivo de seguridad la mantuvo lejos, sin que dejara de ser un privilegio ser parte de las 40 mil personas aceptadas en las inmediaciones.
El sonido de las campanas y del restaurado gran órgano de Notre-Dame, después de más de un lustro de silencio, marca desde ya una jornada relevante, aderezada por la presencia de personalidades que suelen acaparar titulares de prensa, desde los estadounidense Donald Trump y Elon Musk hasta el heredero de la corona británica, el príncipe William.
En sus palabras a los cerca de dos mil invitados, el presidente Emmanuel Macron expresó su gratitud a la nación francesa, en particular a los que salvaron y ayudaron de alguna manera a recuperar el templo.
Las piedras, la madera y los vitrales pudieron desaparecer, y nunca más hubiésemos escuchado las campanas de la catedral, advirtió.
Uno de los grandes ausentes de la ceremonia de reapertura, el papa Francisco, destacó en su mensaje, leído por la máxima figura del Arzobispado de París, Laurent Ulrich, la importancia de que las puertas de Notre-Dame se abran siempre generosas y gratuitamente al público.
La ministra de Cultura, Rachida Dati (dimitente), desató en los últimos días la polémica al sugerir el cobro de la entrada a la famosa catedral. (Fuente: Prensa Latina).