Washington, 21 oct (PL) La demócrata Hillary Clinton prácticamente pegó el tiro de gracia a su rival Donald Trump en una cena caritativa auspiciada en New York, donde el candidato republicano cavó su propia tumba.
Al día siguiente del tercer y último debate entre los principales contendientes por la Casa Blanca, ambos compartieron mesa con el Arzobispo Timothy Dolan en un evento caracterizado por los "roasting" o monólogos sarcásticos y burlescos.
En el intercambiaron de burlas, nuevamente Trump lució peor, al punto que fue abucheado cuando dijo que Hillary era tan corrupta, que la echaron del comité Watergate, en alusión al grupo que investigó el susodicho escándalo de 1973.
El magnate neoyorquino retomó así la versión divulgada en 2008 por el periodista Dan Calabrese, y desmentida luego por la propia Clinton y sendas investigaciones del portal RealClearPolitics y el diario Washington Post, que destapó el escándalo.
Aquel mal chiste arruinó el buen paso que llevaba Trump, y la exsecretaria de Estado lo remató afirmando que ansiaba escuhar cómo lo desmentía Mike Pence, el compañero de fórmula del candidato del "Grand Old Party".
También aludió con sorna a la negativa de Trump a reconocer su eventual derrota electoral, diciéndole: "estoy sorprendida de que me dejaras hablar en segundo lugar, no creía que estuvieras de acuerdo con una transiciónn pacífica del poder".
La cena, organizada por la Fundación Al Smith en el hotel Waldorf Astoria, suele recibir a los candidatos a la presidencia en un ambiente normalmente distendido, algo utópico en este candente cierre de campaña estadounidense.
Alfred Smith IV, organizador de la gala, describió ambos fenómenos con una frase lapidaria: "Esta ha sido una campaña para los libros de historia y también para los libros de psiquiatría".