Washington, 22 jun (RHC) Venezuela denunció el empleo en Nicaragua de las mismas técnicas de desestabilización utilizadas en el país sudamericano, y rechazó un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por su falta de imparcialidad.

La embajadora de Caracas ante la OEA, Carmen Velásquez, manifestó durante un encuentro extraordinario del Consejo Permanente de ese organismo que el contexto de la nación centroamericana repite esquemas ya vistos en territorio venezolano.

Carmen Velásquez afirmó que los medios de prensa intentan convertir a los criminales en héroes y de esa manera proteger a quienes destruyen la paz y seguridad del pueblo.

También el vicesecretario de Relaciones Internacionales del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Carlo Fonseca Terán, advirtió que en Nicaragua se ejecuta un golpe suave, cuyo principal eje de acción es la guerra sicológica.

“Lo que se está desarrollando en este momento en nuestro país es la aplicación de un formato elaborado por Gene Sharp, ideólogo del imperio, aplicado a todos los gobiernos que son contrarios a los intereses del imperialismo norteamericano”, expresó Fonseca Terán al analizar la coyuntura actual de la nación.

Sharp (1928-2018) fue un politólogo y escritor estadounidense autor de un controvertido ensayo titulado “De la dictadura a la democracia”, el cual recoge 198 métodos para derrocar gobiernos mediante lo que se conoce hoy como “golpes suaves”.

El hijo del comandante Carlos Fonseca Amador, fundador del FSLN, sostuvo que este formato tiene como un componente fundamental la guerra sicológica, la cual se basa en cuatro elementos como la mentira, el odio, la culpa y el miedo.

En ese sentido, Fonseca Terán indicó lo absurdo de creer que el gobierno sandinista, asediado, bajo ataque y observado por organismos internacionales, sea tan torpe de cometer actos desmesurados de violencia contra la población.

Por otra parte, Fonseca Terán manifestó que los grupos de la derecha que adversan al gobierno, incluidos algunos medios de comunicación, pretenden con sus manipulaciones y mentiras dividir al pueblo nicaragüense.

Si nosotros nos dejamos atrapar por el odio estamos cayendo en esa trampa; los enemigos no son ni el vecino, el pariente, el familiar, el amigo, e incluso, ni el sandinista que se volteó, el enemigo son los pocos que están dirigiendo esto, refirió.

Mientras la Unión Nacional de Empleados (UNE) condenó la ola de violencia en Nicaragua y abogó por el diálogo nacional para superar la crisis sociopolítica desatada hace más de dos meses en el país.

Trabajadores de la central sindical repudiaron durante una asamblea la destrucción, asesinatos y amenazas de grupos delincuenciales contra el pueblo nicaragüense y la propiedad pública y privada.

La UNE demandó el cumplimiento de un acuerdo del diálogo que establece el cese de toda forma de violencia venga de donde venga en el territorio nacional.

Asimismo, instó a la implementación, lo antes posible, de un plan para la remoción de los bloqueos de vías por parte de la Comisión de Verificación y Seguridad, lo cual favorecerá aún más el mantenimiento de un ambiente de paz y seguridad.

“Solicitamos a nuestras fuerzas del orden hacer uso de los mecanismos y procedimientos legales para el debido castigo a todos los que se encuentren involucrados en actos de violencia, crímenes, caos y daños a la propiedad pública y privada”, refirió el secretario general de la UNE, Domingo Pérez.

Nos unimos a todos nuestros hermanos en oraciones por la paz, para continuar creciendo en prosperidad económica, armonía y amor, agregó el directivo de esa organización que aglutina a 45 mil servidores públicos.

La espiral de violencia estalló el 18 de abril en medio de protestas contra reformas al seguro social, más tarde derogadas, pero que no detuvieron las manifestaciones.

De acuerdo con observadores, tales reformas sirvieron de pretexto para poner en marcha un plan dirigido desde el exterior con el objetivo de desestabilizar la nación y provocar el derrocamiento del gobierno.

Nicaragua lleva más de dos meses sumergida en una severa crisis sociopolítica, que estalló en medio de protestas contra reformas del gobierno al seguro social, más tarde derogadas, pero que no detuvieron las manifestaciones, a las cuales se sumaron otras demandas políticas.

Tales reformas, acorde con denuncias, sirvieron de pretexto para poner en marcha un plan dirigido desde el exterior con el objetivo de desestabilizar la nación y provocar el derrocamiento del gobierno sandinista.