La llegada a la presidencia del líder aymara, Evo Morales, en enero de 2006, al frente del Movimiento al Socialismo, permitió el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios y la diversidad cultural de esa nación andino-amazónica.

El proceso de transformaciones democráticas, iniciado bajo el liderazgo de Morales, fue interrumpido en noviembre pasado por un golpe de Estado, por lo que la fecha adquiere especial simbolismo para las fuerzas de izquierda, interesadas en reconquistar con el voto popular, el 3 de mayo próximo, el proyecto de país arrebatado por la fuerza.

Este 22 de enero no tendrá el carácter festivo de los últimos 10 años; Bolivia enfrenta una severa crisis política, y el gobierno de facto, encabezado por Jeanine Añez, ordenó militarizar varias ciudades ante el llamado de diversas organizaciones sociales y políticas a una marcha este miércoles contra el golpe de Estado.

La medida gubernamental se suma a otras para evitar la organización de las fuerzas progresistas, entre ellas están el uso de armas letales para reprimir las manifestaciones, la persecución de miembros de organizaciones de izquierda, el control de la prensa, y la formación de grupos paramilitares.

Cuba ha expresado reiteradamente su condena a la asonada golpista en Bolivia, protagonizada por grupos de extrema derecha al amparo de Estados Unidos, así como su solidaridad con el exmandatario Evo Morales, ahora exiliado en Argentina.

También rechaza la violencia y la represión que vive actualmente el pueblo de la nación sudamericana, las que califica de un ataque a la paz, la estabilidad y la legalidad del país andino y de América Latina.

(Prensa Latina)