Baracoa, orgullosa de sus raíces musicales

Eldonita de Nuria Barbosa León
2018-03-15 18:52:02

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Por: Guadalupe Yaujar Díaz

Le llamaron “Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa” hace 500 años y llega, hasta nuestros días, con el nombre abreviado, simplemente Baracoa, la primada de Cuba, en el extremo nororiental de la provincia de Guantánamo.

Fundada el 15 de agosto de 1511 por Diego Velázquez, la primera capital y obispado de la mayor de las Antillas tiene una historia que comienza con la llegada de Cristóbal Colón, el 27 de noviembre de 1492.

De inigualable belleza, esta añeja urbe posee un trazado urbano original, de arquitectura típica de madera, estrechas calles, enclavada en una exuberante vegetación, caudalosos y límpidos ríos y elevadas montañas.

La primada de Cuba que descubrió Colón -según la óptica de aquellos colonizadores españoles- convive en el tiempo como si más de cinco siglos, perfectamente mezclados de religiosidad católica y deidades aborígenes, fuese poco para sus manifestaciones danzario-musicales.

Entre sus bailes tradicionales, se encuentran el nengón y el kiribá de Baracoa, considerados -junto con el changüí- células primarias del son, nacido en el oriente cubano.

La tradición del nengón y el kiribá ya era una realidad en la época de la lucha por la independencia de Cuba en la segunda mitad del siglo XIX.

Los mambises y mambisas del Ejército Libertador bailaban esos ritmos cuando la guerra les permitía celebrar.

Durante las fiestas, se tocaba el nengón, que es más lento y se baila en círculo; y para despedirlas, el kiribá, más animado y libre en la danza.

Aunque la hermosa villa posee entre sus tesoros culturales numerosas formas de canto y baile, el kiribá y el nengón se han transmitido de generación en generación hasta nuestros días.

Las fiestas del kiribá-nengón son oriundas de esta zona nororiental de Cuba, y tienen su principal exponente en la comunidad de El Güirito, donde un grupo se ha dedicado a rescatar esta tradición, casi olvidada en los finales del siglo XX.

Esta iniciativa, que lidera desde 1989 Teresa Roché, instructora de arte llegada allí para quedarse, es heredera de las raíces más auténticas baracoenses, las cuales vuelven a cobrar vida entre las jóvenes generaciones.

Los sones que se interpretan están ligados esencialmente a la cultura y la historia de Baracoa, y el kiribá y el nengón son formas de decir y de bailar. La primera alterna el verso y el estribillo; la segunda, la cuarteta y la décima, con el estribillo.

Estos inseparables ritmos provocan que los improvisadores muestren toda su destreza y se esfuercen al máximo para hacerse respetar como cantores, a partir de la extensión que puedan darle a su canto.

Los bailadores tampoco se quedan atrás: se someten al baile en parejas sueltas, en una escena donde prevalece el uso de las amplias faldas en las mujeres, y las guayaberas en los hombres.

El Guirito, más conocido en toda la Isla por estos días mediante el programa televisivo “Bailando en Cuba”, del domingo último, constituye también un sitio depositario de lo mejor de la tradición culinaria y los aportes de la cocina reciente.

Sin embargo, algo tan especial como el bacán distinguirá la mesa. Se trata de una especie de tamal confeccionado con plátanos, leche de coco, achiote y otras especies, relleno de carne de cangrejo o de cerdo.

Allí las fiestas comienzan a prepararse desde temprano; es elaborado pacientemente el cerdo asado en púa, a la manera tradicional, y cada familia aporta un plato tradicional. La variedad de platos servidos en jícaras deviene deleite de comensales.

Luego, suenan los típicos instrumentos del nengón y el kiribá: el guayo, las maracas, la marímbula, el bongó y el tres.

Baracoa, en El Güirito o en cualquiera de sus hermosos parajes, vive orgullosa de sus raíces musicales.



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